Capítulo 1

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Se despertó de la manera habitual.

Desde que comenzó la Academia cuando era niño, tenía la costumbre de despertarse temprano. No importaba qué tan tarde se fuera a dormir, sin falta, siempre se despertaba a cierta hora.

-Uwaaaa...-, Bostezó Shikamaru, mirando hacia un techo que le era familiar.

-Hmnn-.

Se percató de un extraño olor y olfateó su camisa. El olor de carne ahumada y tabaco la habían impregnado. Había llegado a casa tan tarde la noche anterior que se había derrumbado sobre su fuuton después de quitarse el abrigo.

-No me bañé...- suspiró.

Las sensaciones que le habían alegrado la noche anterior ahora le deprimian. El agua en la bañera ahora estaba definitivamente fría. Temari no tenía idea de cuándo es que estaría de regreso y la había dejado llena. Y si no mal recuerda, había una cena fría en la mesa.

-Las nubes me llamaban...-.

Había olvidado contactar a Temari.

Olió su antebrazo, el cual apestaba a humo.

-Problemático...-.

De verdad había metido la pata esta vez. No llamó a su esposa, no se bañó y había dormido con la ropa puesta. Pero cosas más problemáticas estaban por venir, así que se tenía que prepararse para ello.

Incluso si no se culpara a sí mismo, las palabras de autocompasión ya estaban en su cabeza.

-Maldición-.

Obligándose a sí mismo, levantó la cabeza, deseando que se aclarase. Un shinobi que bebiese tanto como él lo hizo podría arreglárselas al día siguiente. Se golpeó las mejillas unas cuantas veces, y se pellizco el rostro. Sin su fuerza de voluntad, jamás habría tenido la fuerza suficiente como para abrir las puertas frente a él.

Como no se había bañado, su cabello seguía atado desordenadamente. Había girado mucho por lo que era un completo desastre.

Tendría que acordarse de tomar un baño a partir de ahora.

Se desabrochó la desordenada cola de caballo y se sacudió el pelo. Parpadeó para quitarse el sueño de los ojos y se ató nuevamente el cabello

-¡Yosh!-, exclamó y de inmedio se avergonzó. Necesitaba darse animos a sí mismo, supuso.

Salió al pasillo.

-¡Oh!-.

Cuando lo hizo, el rostro de su hizo estaba allí para saludarlo. Shikadai miró fijamente a su padre, quien regresó la mirada con unos ojos bien abiertos.

-Oh, hola-, dijo Shikamaru con una voz ronca.

-¿Pescaste un resfriado?-, preguntó Shikadai, sus ojos brillaban igual que los de su madre,-¿O es que hablaste mucho ayer?-.

Cuando Shikamaru se tomaba un par de tragos, le gustaba hablar tan fuerte como un cuervo, cada vez más fuerte conforme pasaba la noche. También disfrutaba inmensamente fumar muchos cigarrillos. Su garganta sonaba horrible.

Shikamaru Shinden: Una nube bailando en pétalos caídos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora