—¿Que pasó después?— la pequeña de cabello rizado salto en su lugar emocionada, la historia que su profesor le estaba contando era fantástica y la había hecho quedar atrapada.
—¿Después? Pues, ambos aprendieron a quererse con sus defectos y virtudes— El profesor le soltó una de sus sonrisas más sinceras, esas que hacía a las pequeñas enrojecerse. Sus pequeñas mejillas teñidas de un rojo carmesí.
—¿Y que sucedió con sus amigos? El malvado que quiso robarse al príncipe— Uno de los pequeños más revoltosos le pregunto. Aún enojado porque su personaje favorito había Sido uno malvado.
—El también aprendió a amar, encontró el amor verdadero y creo su propia historia— El pequeño bufó, no terminaba de convencer.
—Ya no me gusta más ese personaje— la niña junto a él le golpeó suavemente en su brazo, con las pocas fuerzas que tenía.
—El amor es ciego, tonto. Eso siempre dice mi mami— Aseguró como si supiera la verdad absoluta y que su madre lo sabía todo. Eso amaba de los pequeños, tan puros y seguros de ellos mismos. A veces quería volver a esa época, luego recordaba todas sus enseñanzas durante la escuela y supo que volvería a hacer las mismas cosas una y otra vez.
Al salir del salón donde daba clases a niños de seis años, despidió uno a uno a cada alumno y a sus respectivos padres. Respiro profundo en la paz del salón vacío, con el eco de las travesuras de los pequeños todavía retumbando en sus oídos. Amaba lo que hacía y aún más amaba ver las reacciones de los pequeños cuando le relataba ese historia, su historia o más bien, la historia de sus amigos. Escuchó un golpeteo en su puerta.
—Pase— Estaba por explicarle a su superior que se quedaría unos minutos más para terminar unos papeles cuando una cabellera diferente se acercó a él. —¿Que haces aquí?— Levantó su rostro para recibir con gusto los labios de su novio. Sonrió al verlo sentarse sobre su escritorio.
—Vine a buscarte, iremos a cenar con los chicos— Quiso golpearse, había olvidado que esa noche tendrían una cena con sus amigos de secundaria. Había estado preparando tantas actividades para sus chicos que olvidó su vida social.
—Lo siento, lo olvidé. Si quieres esperar— Su novio asintió y sin decir nada, espero paciente a que el profesor se desocupara. No era la primera vez que hacía algo así, para él, sus alumnos eran primeros y era por eso que su novio se enamoraba cada día de él.
El camino hasta la casa de sus amigos fue tranquila, como cada vez que viajaban en auto. Con la música favorita de ambos, una conversación amena y anécdotas sobre sus días en sus diferentes oficios. El rostro del maestro se iluminaba al narrar como había sido la respuesta de sus alumnos tras haber hablado sobre la historia. Recordando las veces que debía parar para escuchar las ocurrencias de sus alumnos, siempre lograban sorprenderlo cada día más.
—Uno de ellos me eligió como su personaje favorito, hasta que llegue a cierta parte de la historia— Su voz se apagó por un instante, para después sentir la calidez de otra mano sobre la suya.
—Las cosas sucedieron por alguna razón y es algo del pasado, ya no te preocupes— La sonrisa de su novio lo tranquilizó. Unieron sus labios en un nuevo y casto beso para después salir del vehículo.
Las cenas con los amigos de su juventud era una de las cosas que más amaba de cada primer viernes del mes, recordar historias, reírse de sus errores, hablar una y otra vez de las mismas cosas, contarse sobre sus nuevos éxitos y fracasos. Llegar juntos a una edad donde sus tonterías habían quedado demaciado lejos para admirar desde la distancia.
—Casi lo olvido— Jeno comentó después de tranquilizarse su risa, como cada año le contaba lo mismo —Hoy fue la clase donde cuento nuestra historia— todos los ojos presentes se fijaron en él.
—¿Y que tal?— Jisung se animó a preguntar, siempre era el primero en emocionarse.
—Como siempre, a los pequeños les gustó la historia—
—¿Se imaginan que hubiera pasado si no fuera por las estupidas notitas?— Soltó Jisung nuevamente.
—Esas estupidas notitas hicieron que hoy estés festejando el décimo aniversario— Renjun estando junto a él le recrimino, Chenle desde el otro lado lo abrazó y beso su mejilla demasiadas veces para ser contadas.
—¿Ya diez años?— Jaemin soltó con nostalgia, habían pasado tantos años y aún sentía que eran los mismos de siempre.
—¿Para cuándo el casamiento? Quiero festejar— Todos rieron por la burla de Donghyuk siendo aún difícil poder construir un matrimonio entre personas del mismo género.
—Podriamos ir a las Vegas——Lo haremos el día en que Mark se lo pida a Jeno— El grupo de amigos estalló en risas. Una vez más, había cosas que nunca iban a cambiar, no importa cuántos años que pudieran pasar.
Uno a uno de los presentes se fueron retirando del hogar, quedando solo a los dueños del lugar. Ambos sumergidos en un silencio nostálgico, saboreando aún el recuerdo de años atrás. Tantos errores, tantas confusiones, secretos y misterios, todo como parte del crecimiento que ahora pertenece a su historia. Una historia que seguramente ahora sería narrada por niños de seis años a sus padres. Jisung envolvió sus brazos en la cintura de su novio, besando su cuello con ternura.
—¿Que sucede?— Chenle sabía que su novio no era necesariamente la persona más empalagosa del planeta. Lo conocía perfectamente como para estar seguro y que su menor se encontraba nervioso y quería decirle algo, aún recordaba la vez que le había pedido que vivieran juntos. Se lo había pedido mientras metía su rostro en su cuello y estaba seguro que algo parecido le esperaba. Esta vez, Jisung le dió la vuelta y lo miró fijo a los ojos cuando le dijo.
—No necesariamente tiene que ser en las Vegas— Chenle sintió su corazón detenerse.
—¿De qué hablas?—
—Hay otros lugares donde nos podremos casar, no lo sé, como Latinoamérica— Jisung se trabó en sus propias palabras.
—¿Me estás pidiendo matrimonio?—
—Si quieres, podemos darle a Jeno un mejor final que no sea unas notas— Chenle salto a los brazos de su novio abrazándolo con fuerzas.
—¡Si Jisung! ¡Acepto!—
Fin
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Primer amor |Chensung|
Fanfiction"Mi primer amor" -¿Hyung alguna vez has sentido amor?- Pregunto el menor junto a él, la luz de la fogata en plena noche había hecho que sus pensamientos fluyeran dejando escapar esa pregunta de sus labios. -No lo creo, y si lo hice tal vez no me di...