Capítulo I

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La clase de Madame Bustier, quien aparentemente era pluriempleada malpagada en el área de algebra cuadrática. Caía como peso muerto sobre los hombros de los adolescentes presentes en las butacas del salón de la preparatoria Dupoint. Era el último semestre que cursarían allí, al término de estos muchos ya deberían estar considerando universidades que estuvieran dentro del rango de su alcance monetario familiar, o que pudieran entrar mediante palancas nepoticas o que simplemente los dejasen presentar exámenes propedéuticos para matricularse y comenzar a formarse como la siguiente generación de la clase trabajadora de Paris.

Ya había pasado un año exacto desde la aparición de Los Héroes de Paris y la pesadilla errante que representaba Le Papillon. Por suerte este aun no lograba avanzar un paso en sus megalómanos planes de adueñarse de los Miraculous de Ladybug y Chat Noir. Las cosas transcurrían con normalidad en el aula de clases, los compañeros de siempre procrastinando cuando Madame Bustier se ausentaba por un menester personal como en ese preciso instante.

Nathaniel diseñaba en su Tablet, Kim y Chloe se veían en sus respectivos espejos dejando en evidencia su incipiente narcisismo, Rose charlaba animadamente con Juleka aunque la gótica solo asentía sin prestar demasiada atención. Nino se destrozaba los tímpanos con sus nuevos auriculares haciendo un solo de guitarra aérea, Alya actualizaba el Ladyblog desde su IPhone 6 y cierta peli azul alias Marinette Dupaing-Cheng suspiraba en su asiento observando a su eterno amor secreto. Adrien Agreste.

Todo normal o eso aparentaba el ambiente. El único que estaba con una revolución mental en el aula era el mencionado rubio de ojos verdes. El maquillaje ayudaba a tapar los golpes de sueño debajo de sus ojos, nadie notaba que había perdido peso gracias a que sabía cómo lucir la ropa y el semblante demacrado y cansino que debería tener era perfectamente disimulado por su radiante sonrisa fingida y actitud despreocupada. Era un excelente actor con todos los que le rodeaban después de todo, eso y en cualquier caso podría alegar un resfriado si le veían mal gesto.

La única verdad allí es que la mirada pérdida del modelo no mostraba brillo o emociones…con la mejilla derecha apoyada en su puño veía sin interés a la pizarra. Hace mucho rato que había terminado todos los problemas matemáticos y ciertamente, cualquier estudiante normal estaría de acuerdo en asesinar a alguien si con eso salía temprano de clases.

Pero el no. Lo que menos deseaba era que la campana sonara y anunciase que debería retirarse a su residencia…claro luego de pasar por un nuevo y mucho más riguroso y esclavizante itinerario de actividades, cortesía de su padre. Eso consumiría su día entero, si no fuera tan bueno repartiendo su tiempo sería un rotundo misterio para el mundo como es que lograba cumplir su rol de héroe y manejar con tanta maestría su vida como civil al mismo tiempo.

La mayoría ya contaba con diecisiete años de edad. Lo que él daría por ser mayor de edad de una puta vez. Tenía varias tarjetas de crédito con bastantes activos en las respectivas cuentas en los más prestigiosos bancos. Pero contaba con una tarjeta de platino de la cual su progenitor no tenía idea de su existencia con un fondo de ahorros bastante gordo y ya tenía fichados muchos apartamentos de soltero en venta y otros en renta no solo en Paris, sino en toda Francia.

Ciertamente se quería independizar. No sabía hasta donde podría llegar a tolerar la vida como el hijo del diseñador más afamado de Europa y todo lo malo que conllevaba eso. Ciertamente si no fuera por Plagg y su queridísima Lady hace rato que se hubiera lanzado de la torre Eiffel de cabeza.

―D-disculpa… ¿A-Adrien? ― Una dulce y acaramelada voz que se entrecortaba le retumbo en los oídos como el estallido de una bomba, y no había sido porque le hubiesen gritado. Sino que estaba tan ensimismado en sí mismo y su galimatías personal que la voz de Marinette lo había tomado desprevenido― ¿Adrien? ― ladeo la cabeza la peli-azul quien le miraba con preocupación en esos tiernos y grandes ojos azules.

Le homme mortDonde viven las historias. Descúbrelo ahora