07

35 12 24
                                    

—¿Qué? —pregunto con un deje de sorpresa.

—Y encima también eres sorda —se queja Stefan.

—Te escuché, es solo que no entiendo por qué...

—Porque necesito a alguien cerca de él, necesito saber lo que hace, cuáles son sus planes y si realmente está convencido de invertir tanto dinero en este negocio, no quiero que se arrepienta y nos lleve a la ruina total.

—Pero... Gale puede hacer ese trabajo, yo no...

—Lo harás tú —dice con determinación—. No me voy a arriesgar a que todo el mundo en la empresa se dé cuenta de que estamos a punto de quebrar.

Abro los ojos sorprendida. —¿Qué has dicho?

—No me mires así, hemos tenido unos problemas que nos están llevando a la ruina.

—¿Cómo puede ser eso posible? Stefan, yo misma he tratado con los inversionistas, te he dado los mejores negocios.

Los ojos de mi esposo resplandecen con furia y un gruñido sale de su garganta, da un paso más hacia a mí, mirándome con rabia, por instinto, retrocedo hacia atrás, chocando con la pared.

—No estoy hablando de eso, además, tú no me has llevado los mejores negocios, esos los he hecho yo solo.

—Pero yo he llevado a los ejecutivos hasta a ti.

Apenas puedo reaccionar cuando su mano se estrella en mi mejilla y la bofetada resuena en toda la habitación.

—¿Quién te has creído que eres? —exclama, tomando mi cabello en su puño.

—Suéltame —gimoteo—. Por favor...

—Quiero que te quede bien claro que tú... tú no vales absolutamente nada, no eres ni por encima tan importante como lo soy yo.

—Si no lo soy; entonces, ¿porqué quieres que vigile a Dominix Calloway?

—Maldita perra —grita, tirándome al piso—. ¿No lo entiendes? Quiero que seas la sombra de ese estúpido solo porque él no dudaría ni un segundo de una tonta como tú.

—Pues no lo haré —digo—, no voy a ser tu espía.

—Vas a hacer malditamente lo que yo diga y quiera, para eso eres mi perra.

—¡No soy tu perra! —exclamo—. ¡Soy tu esposa!

—Eres mi perra y punto —rechina—. No estás ni a la altura para poder llamarte esposa, ese título te queda muy grande. Eres mi maldita perra, porque solo me sirves en la cama, ahí sí que eres buena.

Me levantó del piso, recogiendo lo poco que queda de mi dignidad y camino hacia la puerta.

—¿Soy buena en la cama? —inquiero.

—Vaya si no.

—Bien, pues... soy buena porque alguien antes que tú me enseñó a serlo y él sí que era genial entre las sábanas —digo, saliendo a toda prisa del estudio.

Una sonrisa se instala en mis labios cuando lo escuchó maldecir una y mil veces, gritando por toda la casa.

La única verdad es que, sí. Nada me haría más feliz que estar cerca de Dominix, no he podido dejar de pensar en él desde aquella tarde en su oficina, cuando volví a sentirlo en mi interior.

Mi cuerpo siguerespondiendo a sus caricias y volví a sentirme mujer entre sus brazos, volví aexperimentar ese deseo que hace que mis entrañas se contraigan, con él... entresus brazos, volví a la vida de nuevo.    

HITCHHIKER© #ProyectTMYLMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora