Prólogo

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Pasando el estacionamiento aquellas ya comunes puertas le dan la bienvenida a ese lugar al que asistía ya de manera recurrente.

Acostumbrada a la blancura que la envolvía cada vez que visitaba ese lugar y el ajetreo a su alrededor, hace su camino como si nada hacia aquella familiar habitación, respirando profundamente antes de entrar.

Por más acostumbrada que este a todo lo que sucede y rodea afuera, lo que se encontraba dentro de esa habitación, lo había al otro lado de la puerta, era algo a lo que nunca estaría acostumbrada.

Exhalando fuerte abre la puerta con cuidado y entra.

—Hola papá, te alegrará saber que termine mis clases por módulo, no tuve problema con ninguna materia, solo matemática, pero sabes que soy terrible para eso —toma su mano entre las de ella y la acaricia con suavidad —Ya llego verano, tu época favorita—le sonríe y se seca una lagrima traviesa que escapo —¿Que dices si despiertas ya? Sería una pena que te la perdieras.

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