Capitulo 2:

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El vestido color crema que mi madre habia alagado a la hora del desayuno no era nada oportuno para el viento en las calles de Washington. Habiamos hecho una compra que incluia pastas dentales, alimentos no perecederos y hasta desodorantes. Yo me habia encargado de recolectar algunas prendas mias y de los demas vecinos del barrio para llevarlas al orfanato. Recuerdo que antes no me gustaba donar mi ropa, yo siempre queria guardarla como recuerdo y un dia mi madre me dijo "Lisa, uno de tus recuerdos puede ser lo unico que un niño tenga como abrigo en una noche de invierno". Esa noche me dormi llorando, le prometi a Dios que iba a ser una mejor persona y al dia siguiente puse toda la ropa que ya no usaba en bolsas para donar.

La señora Lambridge nos abrio la puerta con la misma cara de entusiasmo con la que nos recibia siempre. Nos hizo pasar y una vez que dejamos las bolsas a un lado, mi madre y ella entraron en una acalorada conversacion sobre Dios sabe que. Camine por los pasillos del conocido lugar y salude a las ayudantes de cocina. El comedor estaba vacio y las mesas limpias. A medida de que me acercaba a la sala de juegos, el ruido de pequeñas vocecitas gritando aumentaba. Al mismo segundo que cruze la puerta crei haber visto a 3 niños caerse, 2 peleandose por una pelota y un par mas discutiendo sobre si las tortugas podian volar o no. Sonrei. Era uno de los lugares mas agradables que conocia. Me sente en un pequeño banquito de madera ubicado en una de las esquinas de la sala. Sobre la mesa miniatura habia varios dibujos hechos con crayones. Tome uno de ellos y lo observe con atencion. Habia una niña con lo que parecia una mata de pelo negro y enmarañado que sonreia mientras jugaba con una muñeca.En el dibujo, el dia estaba soleado y calido, justamente lo contrario a lo que era el dia de hoy aqui.

-Puedes quedartelo, si quieres- Casi doy un salto cuando escuche una vocesita demasiado aguda. Baje el papel para ver a una niña de pelo cobrizo y ondulado y unos petulantes ojos verdes. Su cara redonda y su nariz respingada me hacian acordar a mi cuando era pequeña, nos pareciamos mucho eb verdad.

-Hola pequeña, como te llamas?- trate de hablarle dulcemente, para no intimidarla.

-Ah no, no me hables con lastima. Soy una niña grande y puedo conversar como un adulto- Sus pequeñas manos se movian en el aire mientas hablaba.

-Vaya, eres una niña interesante- Le sonrei, lo que parecio darle mas confianza y se sento en otra de las sillas pequeñas a mi lado.

-Como te llamas?- pregunto.

-Soy Lisa, y tu?-

-Me llamo Meredith, eres muy bonita Lisa. Cuando sea grande quiero ser como tu- Su comentario me hizo reir.

-Eres una niña muy hermosa Meredith, gracias, pero cuando seas grande, puedes ser tu misma. Seguramente vas a ser una muchacha muy bonita.- Sus ojos verdes crecieron y se iluminaron con mis palabras.

-Usted es muy buena señorita Lisa, puede adoptarme?- mi corazon se encojio al escucharla hablar. Un nudo se formo en mi garganta y hice fuerzas para no llorar.

-Ow cariño, yo no puedo adoptarte pero te aseguro que una familia muy buena lo hara algun dia. Debes ser paciente, si?- Acaricie su cabello y le bese la frente.

-Eso es lo que todos dicen siempre, pero ninguna familia quiere adoptarme...- El relato de la niña fue interrumpido por una campana que anunciaba la merienda. Se fue saltando con su vestido y una enorme sonrisa. Comenze a pensar en lo dificil que debe ser crecer sin una madre o padre que te acompañe y me volvieron las ganas de llorar. Sali de la habitacion lo mas discretamente posible y me recoste en la baranda de las escaleras. Cerre los ojos para respirar mejor.

-Estas bien?- una voz masculina interrumpio mi momento de soledad.

SobreviviendoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora