26. Lo quiero ¿O lo necesito?

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La noche se hacía más y más pronunciada. Un triste tumulto de nubes grises anunciaban en silencio que se avecinaba el caer de sus lágrimas.

Chica veía el cielo presurosa desde una ventana. Su madre estaría tan preocupada por ella, si ella supiera usar el móvil correctamente tendría decenas de mensajes y llamadas perdidas de su parte. La bajista no quería asustar así a su madre por no llegar a casa a tiempo, ni mucho menos tener que empaparse por haber olvidado traer un paraguas, pero existían ciertos asuntos que atender.

"No servirá de nada" le susurraba la conciencia, que por desgracia tendría el tono de voz de cierta muchacha pelirroja de pieles morenas. Esa que siempre hacía caso por incitarle miedo y retroceder. Sin embargo un "servirá más que no hacer nada" de su propio ser, luchaba por reinvertir los efectos negativos de esa voz. A la vez que su mirada se afilaba y sus puños se apretaban más. Señal de que la seguridad la había invadido para darle valor.

Lo quería, lo quería dentro en el más pronto tiempo posible.

Del primer piso de dónde se encontraba, volvió a subir las escaleras con toda la agilidad que el cuerpo le permitía desempeñar, hasta llegar en cierta puerta cerrada que causaba cierta intimidación para aquellos no destinados a entrar.

Una placa de metal dorado que ni se esforzaba en parecer oro, tenía grabada esa palabrita que provocaba gran respeto disfrazado de un cierto temor: Gerencia.

Chica se quedó viendo esa placa, como si en verdad fuera una buena distracción. Su mente se ponía en blanco cada vez más. Detuvo aquella psiquis agitando de hombro a hombro, en negación a seguir perdiendo el tiempo.

Un tímido puño osciló a golpearse contra la puerta de la madera. Sus ojos se cerraron con fuerza, esperando con temor lo que llegaría después de ser oída.

—Ni creas que alguien te va a abrir la puerta, werita.

Inhaló en sospresa, así como de golpe se abrieron sus ojos violeta. Por reflejo, su muñeca se alejó de la superficie que antes ansiaba resonar.

Con una temorosa lentitud, Chica se giró hacia quién la llamaba.

—¡Eak! —reaccionó Chica al verlo, en ver a alguien conocido, pero que de igual forma no era tan grato de ver— Yo... yo...

—Ya está chido. ¿No crees que ya deberías estar rumbo a tu casa? Solo estamos en el canal los conductores de programas de las 10 y 12 de la noche. Sin contar la producción de cada formato.

La producción, Puppet y Mai trabajaban tanto detrás de esas fachadas tan enérgicas... cuánto llegó a compadecerse de ellas.

—Ah... ¿e-llos...? —trató de articular Chica señalando la placa.

—El único loco que está aquí todo el bendito día es el sub-gerente. Y sea lo que estés deseando pedir, él no podrá ayudarte aunque quisiera.

—Bueno... yo... debo ir...me.

Sus ojos y brazos se cubrían como mejor pudieron, buscando desesperados huir del lugar.

—Oye, espera, eh... Cinthia, Charlotte eh... ¡Chica! ¡Sí! Chica.

A duras penas supo su nombre, razón más que suficiente para detenerla, impactada de que alguien de un puesto como el de Eak supiera cómo llamarla.

—¿Sí?

—Eh... he estado pensando... buemo, dime wera ¿qué necesitas? O a lo mejor les doy a los gerentes tu recado si es que tan urgente ¿lo es?

Volvió a girarse. La distancia de más de cinco pasos le causaba menos pavor que antes.

—Solo quería razonar con el encargado del reality... sobre...

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