Capítulo I

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GIO

Boté una vez todo el aire que yacía en mis pulmones y sus respectivos alveólos. No quería verlo después de tantas noches en vela, después de tantas noches sin ganas de dormir.

-Señorita Giovanna, vamos llegando a su destino, ¿se encuentra usted bien?- preguntó curioso mi conductor de Uber, con ganas de inquirir en porqué estaba tan pálida, casi llorando y temblado.

-No pasa nada, ¿falta mucho? -sabía que no, ya había divisado aquel sombrero gris, la basta barba y la camisa a rayas a la que yo misma le arranqué un botón.

-Bueno, llegamos. -No me quería bajar. Pagué y me bajé a regañadientes frente el hombre más hermoso que mis ojos habían visto, pero que es como el cigarro, por más placentero que luzca, siempre te hará daño.

Me acerqué muy tímida, haciendo sonar aquellos tacos azules con los que próximamente mis pies ardirían, pero los cinco centímetros de altura que me daban lo hacían valer la pena.

-Gio- Espetó firme, sin ninguna inflexión de cariño ni menos algún rastro que me susurrara un "aún estás en mi mente, Giovanna"

-Juan...-En mis palabras sí se notaba el amor, sí se notaban las ganas viciosas y enfermizas de volver a arrancar esos botones.

-¿Hay posibilidad que nos tomemos un café mientras nos ponemos al día? -Me daba nostalgia todo, de ser la  razón para tomar café por quedarse toda la noche despierto hablando conmigo, pasé a ser la acompañante del café. Es decir, había alguien más.

-No, tengo la tarde libre

-Yo no, así que seré claro en todo lo que tengo que decir y preguntar-El tono no bajaba y me sentía vulnerada por una persona que me juró amor eterno.

Llegamos a un café de los que mi sueldo no permitía pagar. Nos sentamos en una mesa para dos personas, por lo que inferí que solo sería él y yo, cosa que me ponía aún más nerviosa.

-Gio, yo ya no puedo más con este juego absurdo. Parecemos niños...

-¿A qué se refiere?

-Que nuestro amor se volvió una Maldita Costumbre, Giovanna.

Me callé. ¿Quién puede ser tan cobarde para decirme que casi cinco años de relación podían ser una Maldita Costumbre, cuándo estuviste en cada uno de los pasos de la otra persona?

-Di algo, Gio- tomó un sorbo largo de café y se acomodó de manera chistosa.

-No quiera que diga lo que quiere oír. Yo sentí hasta hace poco que esto era un tiempo, como para que organizaramos nuestros pensamientos.

-¿Y luego qué Gio? ¿Volver a la misma catástrofe de estar en la misma habitación, tomar el mismo desayuno e incluso tener la misma relación sexual con la misma persona? Estoy muy joven como para que me gane la rutina, Giovanna.

-Diga la verdad, Juan Pablo Isaza. En ningún minuto le aburrió la rutina. Todo eso que mencionó estaba bien, incluso lo último. La que le aburrió fui yo.
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NOTA: SERÁN CAPS CORTOS POR TEMAS DE TIEMPO. DISFRUTEN.

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