capítulo dos.

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—Por favor, acompáñame, Lily —suplicó Sharon, al borde de las lágrimas, y no, no estoy exagerando.

—No.

—Por favorcito.

—No.

—Porfitas, porfis.

—No.

—Te odio.

—Es mutuo.

—Lily, no seas así. Acompáñame.

—No.

—Joder, Lily, no te estoy pidiendo que vayas a la puta guerra. Sólo acompáñame y ya —explotó frustrada, como siempre hacía cada vez que no conseguía lo que quería. Eso me hizo enojar, soy su hermana mayor, no dejaría que me hablara así.

—Mira, con gritarme no vas a conseguir nada, sólo provocarás que me enoje y así te será mucho más difícil convencerme —expliqué calmadamente—. No insistas, a mí no me interesa en qué programa se presentará Justin Bieber, o si quieres ir a verlo. Búscate a una amiga que esté tan retrasada e idiota como tú y vayan juntas. Fin.

—Ya sabes que antes que ir contigo a algún lugar prefiero ser usada como alimento para cocodrilo o como carnada, o que me viole un unicornio de colores sobre una nube de...

—Eso es porque eres una puta —la interrumpí.

—Cállate —escupió. No me interesó, ella sabía que tenía razón—, el punto es que prefiero comer bazofia de pájaro dodo antes de ser acompañada por ti, pero mamá sólo me deja ir si es contigo.

—El pájaro dodo ya está extinto, majestuosa genia —respondí simplemente. Shay abrió la boca apunto de contestar con alguna otra estupidez, pero se detuvo al ver a mamá parada delante de nosotras mirándonos con el ceño fruncido.

Está bien, la comprendía. Si hubiera dos puercas literalmente desparramadas en mi sofá mirando MTV, terminándose toda la comida de mi casa y siendo unas completas inútiles-desperdicia-oxígeno yo también haría esa cara, incluso las echaría a la calle, pero no lo dije en voz alta porque mi madre no tenía porqué recibir consejos, ¿no?

Además, a mí me habían echado hacía un año, por eso me fui a vivir con Charlotte. Pero, como tenía alguna clase de enfermedad llamada mamitis, iba a casa de mi madre muy seguido. La ciudad en donde vivía mi familia me quedaba a una media hora de distancia en auto.

Y yo porfin tenía auto, ¡yay! Claro, tuve que rogar demasiado para que mi querido padre me comprara uno. Pero luego de semanas de muchas súplicas y eso, me lo compró hace como un mes.

Así que, aquí me tienen.

Bueno, volviendo con mi madre: ella nos escaneó de esa manera que sólo las madres son capaces de hacerlo, esa mirada que te hace recordar todo lo malo que has hecho desde el momento en el que comenzaste a formarte dentro del útero de tu madre. Odiaba esa mirada.

Oh, no. Detuvo su mirada en mí.

Jesús, apiádate de mi triste y desolada alma.

—Lilibeth Isabella Grace —comienzó. Ay, demonios no. Odiaba cuando me decía Lilibeth, ese nombre debería estar prohibido en el registro civil, ni siquiera es un nombre. Hablo de que, ¿a cuántas personas conoces que se llamen así? Exacto, sólo yo. Era un nombre digno de haber sido decidido en un momento de sobredosis o congestión alcohólica, lo cual era bastante irónico porque de hecho mi madre sí estaba borracha cuando me registraron. No quiero hablar de eso, no me pregunten—, vas a acompañar a tu hermana a donde ella quiera ir. No me importa si quiere entrar a un lago con diez cocodrilos y una rana, tú te metes y ya.

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⏰ Última actualización: Apr 18, 2019 ⏰

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yellow raincoat. || jbDonde viven las historias. Descúbrelo ahora