Finalmente el día del encuentro llegó...
En el árido sur de Edenia, un par de aves carroñeras buscaban carne en un cadáver polvoso, semienterrado, pues el tiempo y el viento se encargaron de llevar tierra hasta él.
A algunos metros de distancia, estaban los guerreros del bien, formados como cualquier ejército, esperando su destino cruel o la victoria absoluta.
Kung Lao miró a su alrededor, observando rostros conocidos, olvidados o desconocidos. Vio al guerrero Sub Zero, sosteniendo con firmeza su espada de hielo. Su rostro era inexpresivo, al no tenerle miedo a nada ni a nadie. Detrás de él estaba la hermosa guerrera Li Mei, vestida con una imponente, e igualmente bella, armadura rosa, calentando sus músculos, en espera de luchar.
Después miró al otro lado, y vio a Kitana, cabizbaja, ya que estaba preocupada por sus amigos y los reinos. Esa ocasión tenía una vestimenta diferente a la habitual, compuesta por un leotardo color lila, además de que su rostro estaba descubierto, exponiendo su belleza.
Levantó la cabeza y vio que Kung Lao la estaba viendo. Le sonrió con desgano y dirigió la vista a otro lugar. A su lado estaba Nightwolf, musitando una oración, suplicando a sus ancestros que lo ayuden en la difícil batalla. Y así las decenas de kombatientes permanecían quietos, reflexionando, meditando, conversando en voz muy baja con el compañero de al lado o tan sólo esperando el momento crucial.
El fuerte viento golpeaba la piel de los kombatientes, sacudiendo sus cabellos e introduciendo polvo dentro de sus ojos.
—Es el fin, ¿cierto? —la voz de Johnny Cage rompió el silencio, haciendo que algunos luchadores voltearan a verlo—. Esto se acabó.
—No si luchas con fe —respondió Kung Lao, quien estaba adelante de él, ya que el monje y Fujin comandaban el ejército.
Johnny Cage emitió una risilla burlona y negó con la cabeza, en desacuerdo con su compañero.
—Espero que todos hayan pagado sus deudas y que hayan visitado a sus familiares que tenían olvidados, porque de esta no salimos.
—¿Podrías cerrar la boca de una vez? —dijo molesta Sonya Blade, en voz baja, dándole una leve cachetada al actor.
Johnny se frotó la mejilla y miró a Sonya con indignación. De nuevo un tenso silencio imperó en el lugar.
Kung Lao bajó la cabeza y cerró los ojos, reflexionando en la terrible situación en la que se hayaba. Aceptando el probable fatal desenlace que le esperaba, pensó en si en realidad estaba satisfecho con lo que había logrado desde que inició su trayectoria como luchador de Mortal Kombat. Observó algunas cicatrices en sus brazos que le recordaban a sus enemigos cada que las veía.
Volteó a ver el perfil de Fujin. El dios estaba sereno, con un rostro serio, característico de él. Lo único que le importaba era que los reinos se salvaran, sobre todo la Tierra, pues ese era el mayor fin de su existencia.
—Paciencia, Kung Lao —dijo, sin voltear a verlo—. La incertidumbre terminará pronto.
Después de eso, el monje miró al frente, escuchando en las lejanias algo que sonaba como una estampida. Una nube de polvo impedía ver eso se que se aproximaba; sin embargo, aquellos que lograban distinguir el sonido, sabían que el enemigo estaba cerca.
Varias aves de rapiña se vieron emprender el vuelo al cielo a lo lejos, huyendo asustadas por los enemigos que corrían. Fujin las siguió con la mirada y después volteó hacia atrás para alertar a los luchadores.
—¡Aquí vienen! —gritó, haciendo eco.
Los kombatienentes se miraron los unos a los otros, confundidos, y después se pusieron en alerta. Los que tenían sus armas entre las manos, las sujetaron con más fuerza; en los otros, se podía ver su determinación en el rostro. La rapidez con la que se aproximaban los enemigos hizo que sus pasos se escucharan cada vez más cerca. Fujin consideró que no debían esperar a que llegaran a ellos, creyó que lo mejor era enfrentarlos de una vez.
![](https://img.wattpad.com/cover/160540628-288-k846814.jpg)
YOU ARE READING
El Armagedón ha comenzado
FanfictionRaiden pierde la cordura y atenta contra la Tierra y sus habitantes. Liu Kang está muerto y su cuerpo es usado por el dios para matar y destruir. La seguridad del reino está en manos de Fujin y Kung Lao, quienes unen fuerzas para intentar detenerlos...