Entre Tío y Sobrina

- I. Hannah -

Song in multimedia: Teen Idle — Marina

Última hora del último día de la semana y la rubia sobrevive a las especulaciones de todos los pubertos de mierda que sea hacen llamar "compañeros de aula". Suspira mirando el reloj de la pared, escuchando a la maestra sobre los datos que tenían que realizar en el trabajo final. Ella sabía que tenía que aguantar unos meses más para terminar la secundaria y seguir rogando a sus padres que la dejaran ir a la Universidad de California.

Ya en casa, subió escuchando la música a alto volumen de su hermano. Rió divertida cuando lo vio bailando en calzoncillos sobre la cama. Pasó de largo, viendo con tristeza la puerta cerrada de su hermana; suspiró y se encerró en la de ella, dejando la mochila en su lugar para luego sentarse en la silla y encender el portátil.

Horas después, escuchó las risas de sus padres y sonrió ampliamente, guardando el Word que le habían pedido. Bajó para saludarlos, abrazarlos y contarle sobre su día. A lo que escuchó las risas de sus dos hermanos, copiando la misma parla. Se metió en la cocina con su padre, dejando a su madre descansar en la habitación. Le sonrió y rió a los malos y flojos chistes de su padre.

—Dime por favor que ese era el último. —Dijo la rubia sin dejar de reír.

—Para nada princesa, después de este vienen más.

—Que no sean tan pésimos, por favor papi.

—Oh mi Dios, ¿crees que son pésimos?

—Sí. ¿Jamás te has dado cuenta?

—Bueno, a tu madre le encantan.

—Porque mamá está tragada de ti.

—Si lo sé, por eso nos amamos.

Siguieron riendo hasta dar el último toque a la cena. La chica les lanzó almohadas a sus hermanos diciéndoles que todo estaba listo, a lo que su padre le pidió el favor de que los tres comieran juiciosamente en la mesa mientras él iba a cenar con su amada esposa. Asintieron haciendo caso y entre anécdotas de cuando iban a reuniones en casa de los abuelos y jugaban con sus primos, comiendo felices.

—Bueno chicos, mamá está dormida y... ¿A quién le toca lavar los platos hoy?

Los tres hermanos se miraron y cada quién señaló al otro con la mano estirada.

—¡Ethan! —Dijo la rubia.

—¡Mia! —Dijo el muchacho.

—¡Hannah! —Dijo la morocha.

—Muy bien, tranquilos. Hagamos algo, lavan lo de cada uno y yo lavaré mi plato y el de su madre. ¿Trato?

—¡Si! —Sonrieron al unísono.

Terminando cada uno, se despidieron de su padre con un beso en la mejilla y subieron a sus respectivas habitaciones. La rubia cepilló sus dientes y se puso su pijama acostándose en la cama, pensando en que cuando le dieran su diploma mandaría solicitud a la Universidad de San Diego y la aceptarían de una vez. Sonrió ampliamente mientras cerraba los ojos e imaginaba una escena donde sus padres, hermanos y familiares la agasajaban por sus buenos logros.

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La rubia despertó gracias a la alarma de su hermana que tenía programada todos los días a las siete en punto y a todo volumen. Suspiró y se metió a bañar para darse su momento de paz. Salió y eligió lo primero que encontró en el ropero para luego cepillar su pelo, bajando por el desayuno.

—Cariño, ¿Podrías hacerme el favor de pasarme los arándanos?

—Sí mamá.

—Gracias cielo. Eres muy considerada.