Capítulo 1: El comienzo de mi asesinato

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-De verdad pienso que a veces eres imbécil, hijo. ¿Qué haces poniéndote eso para ir a tu primer día de instituto? Estás ridículo.- me ponía muy nervioso cuando mi madre ponía ese tono de voz burlón para decirme las cosas. Sé que únicamente lo hace porque sabe perfectamente que me molesta, así que hice lo propio, pasé de ella. Era mejor no entrar en su juego porque la victoria acabaría siendo suya.

-Vale mamá. Entiendo, mamá. Ahora, déjame. -cerré la puerta de mi casa. Eso aquí significaba que la conversación de había acabado, al menos para mi.
¿Tan mal me quedaba esa camiseta? Era mi preferida puesto que era la única superior a mi talla que tenía.
Ya en mi cuarto me dejé caer en la cama y suspiré, alargando la salida del aire. Toda mi mente se relajó por unos instantes. Siempre pensé que esa sensación era lo más parecido a fumar un porro o inyectarse algo de crack; era realmente reconfortante.
Mi habitación era la más grande de la casa. Era totalmente azul, el color que decidí cuando se me dió a elegir a la hora de pintarla, y la verdad es que me arrepentía bastante. Daba un toque demasiado infantil a la sala, y más cuando tu obsesión por la franquicia es tan grande que la decoras con pegatinas y pósters de Pokémon. Debí haber escogido el negro o el gris. De pequeños todos cometemos errores, y este es uno de los míos.
El resto de mi cuarto se componía por un armario empotrado enfrente de la cama, el cual contaba con una gran cristalera,  una mesa de estudio con un armario al lado y, claro está, mi cama, dónde aún me encuentro tumbado pensando en que excusa poner para escaquearme de ir al instituto.
  Mi madre interrumpió en mi cuarto. No llamó a la puerta. Nunca lo hace.
- Eiden, ¿A qué esperas? Parece que te estás cachondeando de mi, enserio- vaya, ¿Cómo se habrá dado cuenta?-  Tu hermana lleva 10 minutos preparada y tú ni te has cambiado. Te recuerdo que el autobús pasa en 5 minutos- dijo ella

-Pues que vaya ella sola, no sé qué quieres que te diga- dije en tono tajante y serio. Verdaderamente no quería ir.

-No te lo repito más veces. Baja con tu hermana- estaba cabreada, así que mejor no jugar con fuego.

Mi madre era nerviosa e intranquila, algo que siempre dijo que fue causado por los problemas que mi hermana y yo le dábamos, que siempre la tenían preocupada, pero yo estaba segura de que simplemente se trataba una excusa para que nos diéramos guerra. Tenía una altura considerable para ser mujer,  pelo castaño claro y ojerosa. Se podía apreciar que de joven tenía un gran físico, pero que ya con 58 años se había perdido bastante; aunque para mi seguía siendo atractiva. Al igual que mi hermana, se llamaba Carolina, y, al igual que ella, no compartían mi forma de ver la vida.
Yo era despreocupado, desordenado y muy impulsivo. Odiaba el orden y las reglas, era una adolescente en toda regla. Ellas eran totalmente contrarias a mi.

Cogí la mochila y la sudadera negra y fui hacia la puerta. Estaba mi hermana el ascensor ya esperándome:
-Vamos, joder, llegamos tarde por tu culpa.

Mi hermana era tan responsable que resultaba repelente, al menos para mi. Nunca tuvimos esa confidencialidad que pueden tener unos hermanos, algo que siempre me hubiese gustado tener.

Salimos a la calle. Aunque fuera temprano, hacía frío para ser aún septiembre. Me puse la chaqueta y la otra asa de la mochila y corrí a la parada del bus con mi hermana detrás. No quería ganarme una bronca de mi madre al llegar a casa.

Por suerte alcanzamos a cogerlo. Era el 6 dirección San José. Durante el camino por suerte no hablamos nada así que pude centrarme en escuchar música. Odiaba el que dos personas se vean obligadas a sacar tema de conversación cuando se encuentran a solas; sino hay de que hablar no se habla y punto. Salamanca es pequeña por lo que llegamos en poco más de un cuarto de hora.

En el momento en el que baje del bus me replantee mi vida. ¿Qué cojones estaba pasando? He pasado de estudiar en el mejor instituto de toda la puta ciudad a venirme aquí, un sitio completamente nuevo, en la otra punta,  en el cual no conozco a nadie. Creo que realmente a mi madre se le ha ido la pinza.
“Instituto Superior". Un gran letrero adornaba la gran entrada. El edificio en cuestión tenía una estructura diferente al resto de institutos de la ciudad: grandes árboles adornaban el camino que había entre la puerta para los coches y la de alumnos. Realmente se asemejaba a los colegios americanos de las películas.

Una vez dentro analicé con un vistazo rápido lo que había a mi alrededor y, como me esperaba, no conocía a nadie.
La gente me miraba como si nunca hubieran visto a una persona en su vida. Era incómodo.

-Bueno... Adiós. Busca tu clase, nos vemos a la salida- dijo mi hermana mientras se iba.
Tenía miedo. Todo era tan nuevo para mí que me daba vértigo.
Busqué mi nombre en las listas y ahí estaba: “Picual, Eiden, Aula 27, 3ª Planta".
Pues nada, pensé, vamos a ello.

Hice una última parada al baño para revisar mi aspecto. Era tan malo como siempre. Era un chico fuerte en comparación con el resto de mis amigos. Tenía el pelo rizado, castaño claro, al igual que mi madre. Mi tez era pálida, como un vampiro. Mis ojos marrones se adornaban con unas exuberantes ojeras que me resaltaban mi aspecto de vivo después de la muerte.
Me coloque bien mi camiseta, esa que mi madre decía que era ridícula, y marché dirección a mi aula.
Mi corazón palpitaba muy rápido, estaba muy nervioso, no sabía con que me iba a encontrar. Ahí estaba, “Aula 27". Estaba jodidamente sudando. Tome aire y entre.

Y todo despareció. La vi a ella. A la chica más increíble que jamás había visto. Era tan atractiva como ninguna otra, y de alguna forma la hice mía. Mi corazón se detuvo por un momento. Ella se volteó hacia mi, moviendo el pelo de una manera que me destrozó por dentro y nuestras miradas se cruzaron. Me atrevería a decir que tenía los labios más apetecibles del universo.
Supe que tenía que retirar el contacto visual, no quería parecer un puto acosador. Pero era lo único que me apetecía, mirarla a ella, y pasé de analizar al resto de personas que ahí se encontraban. Me había hecho suyo sin saberlo. Supe que iba a morir por ella.

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⏰ Última actualización: Sep 02, 2018 ⏰

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