Capítulo 1

101 11 4
                                    

POV. MARGO

- Vamos, Margo. Llegaremos tarde. - Chilla mi madre des del piso de abajo.

- Ya voy. - Respondo elevando la voz. - Joder, siempre con prisas. - Susurro. Acabo de pintarme los labios con mi típico color negro, cojo mi guitarra y salgo de la habitación. No sin antes echar un último vistazo al que ha sido mi cuarto durante 18 años.

Al bajar, mi madre ya me está esperando con la maleta al lado.

- ¿Lo tienes todo? – Asiento. – Pues entonces, ya podemos irnos. –  Abre la puerta principal de casa y me cede el paso. Subimos al coche y comenzamos el trayecto rumbo a Columbia, una de las mejores universidades de New York.

Nos quedan unas dos horas de camino. Y si sumamos todo el tráfico, tres. Mi casa está en las afueras de NY. Ahí todo es diferente, no parece una gran ciudad.

- Oye, mamá. – Digo después de un largo silencio.

- ¿Si? –

- Vas a estar bien, ¿no? –

- Pues claro que sí, hija. Sé cuidarme sola. – Asegura en seguida. – Tú no debes preocuparte por mí, cariño. – Nuestras miradas se cruzan por un momento. La verdad es que sí que me preocupo por ella, a saber lo que es capaz de hacer si no tiene a nadie que la cuide.  

- Ya sabes que puedes llamarme cuando quieras. – Le vuelvo a repetir.

- Lo sé, lo sé. –  Aparto la mirada de ella y me centro en el bonito paisaje que nos rodea. Enciendo la radio y busco una buena emisora.

- Oh, deja esta. – Exclama cuando comienza a sonar algo que parece de los años ochenta.

- ¿Enserio? –

- Sí. – Dice emocionada. – Eso es de cuando yo tenía tu edad, cariño. Lo mejor de lo mejor. – Ahora mismo tiene una enorme sonrisa en su rostro, así que finalmente acepto y dejo que suene esa melodía.  – That’s all they really want. Some fun. –

Pasamos medio viaje así: ella cantando a todo pulmón y yo sorprendiéndome por lo que estoy viendo. Hacía años que no la veía así, tan feliz.

- Si hubiera sabido que te pondrías así con esta música, te la hubiera puesto todos los días. – Digo alzando la voz para que me escuche. Para de cantar.

- Habría estado bien. – Y vuelve a canturrear.

Por la ventana ya se aprecian los típicos edificios de NY. Esos rascacielos de veinte plantas. Y la calle está llena de gente: abuelos, niños, padres intentando vigilar a sus hijos, gente paseando con su perro… Es increíble lo diferentes que son todos. Cada una de esas personas es única. Tienen sus estilos de vida, sus pensamientos, sus maneras de hacer. Eso es lo que más me gusta de ésta ciudad, hay tanta gente que no importa cómo seas. Siempre habrá alguien más raro que tú.

- Sabes, yo vivía en la gran ciudad cuando era pequeña. -  Dice mamá sacándome de mis pensamientos.

- ¿Y cómo acabaste viviendo es una casa cómo la nuestra? –

- ¿A qué te refieres con “cómo la nuestra”? A mí me gusta nuestra casa. – Comenta fingiendo estar molesta.

- Admítelo, si pudieras te mudarías ahora mismo. Vivimos en uno de los barrios más pobres dónde las casas se caen a trozos. –

- Hija, ahí te criaste. Creciste en esa casa, y tu padre también. Aún que no tengamos piscina o garaje, a mí me gusta tal y cómo es. – Se puede notar cierta tristeza en sus palabras. Mierda, ya ha recordado a papá.

4 IDIOTAS LLAMADAS AMIGASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora