Enamorado; VKOOK

ENAMORADO DE TI

Dos años después...

Felizmente ya había terminado de estudiar diseño. Estaba volviendo a Daegu desde EE. UU, a mi casa, dónde estaba mi familia, esperándome.

Estar en el extranjero había sido difícil, pero pude hacerlo bien después de conocer mucha gente amable que me ayudaba con el ingles.

Supe que Jungkook había regresado a Daegu a terminar sus estudios hace más de un año.

Ya no se casi nada de él después de la última vez que lo vi.

Aprendí a perdonar y a perdonarme. Ya no odio a JiMin como lo había hecho antes. Desde que cambie de vida, decidí dejar todo atrás, dejar que se vaya con el viento porque así si podría tener una vida más tranquila.

Mis padres me recibieron felices en casa, me abrazaron fuerte para luego halagarme con lo mucho que había crecido. Vi la casa de Jungkook muchas veces cuando salía, vi a sus padres y me saludaron. No quería tener conversación con ellos porque sé que me hablarían de él y simplemente huyo.

Una semana allí, ya era viernes, era de noche y me dirigí con paso perezoso hasta el parque donde nos encantaba jugar. Fui por el mismo camino de siempre: me trajo mucha nostalgia. Hasta podía oír su risa de niño cuando correteábamos por ahí.

Me senté en los columpios, su juego favorito, al lado derecho, como le gustaba porque desde ahí, si agarrabas una altura suficiente, podías ver un pequeño riachuelo y eso a él le encantaba. A mi encantaba oírlo reír. 

Desde que había pisado esta ciudad, algo en mi corazón no me dejaba tranquilo, pues aún pensaba en él aunque no quiera. Un mar de recuerdos sobre mi infancia me inundó, todas esas mañanas, tardes y noches junto a él, la forma en como me sonreía, como correteábamos el uno tras el otro, nuestras noches juntos, nuestros juegos, cuando se nos cayeron los dientes casi al mismo tiempo y nos burlábamos de nosotros mismos. Todo aquello fue detonante de que ahora esté llorando, ni yo entiendo la razón porque se supone que son recuerdos felices, no tristes como para hacerte llorar.

No supe cuando empezó a llover. Estaba perdido en mis pensamientos, balanceándome suavemente en ese columpio.

Entonces reaccioné cuando la lluvia ya no me llegaba, alcé la vista y un paraguas estaba encima de mi cabeza. Seguí el camino desde la punta del paraguas hasta la mano de quien agarraba el objeto, y desde su mano, hasta su rostro.

Era él.

¿Qué hacía él aquí?

Me congelé unos segundos, mirándote a los ojos, estabas como ido, me mirabas con tristeza y noté que tenías ojeras, unas muy grandes.

Paré de llorar, pero de inmediato me dieron ganas de volver a hacerlo como un niño pequeño. Quise abrazarlo, pero a la vez no. Fue un sentimiento muy extraño, uno dónde se combinaban muchos al mismo tiempo y generaba un tremendo lío en mi mente y corazón. Parece como si hace una eternidad que no lo veo, pero se sintió igual en mi estadía en EE.UU, para mí fueron eternos los arduos meses para poder superar todo.

—Te vas a enfermar si sigues con la ropa mojada, ven, te daré un cambio de ropa —cogiste suavemente la mangada mi suéter y me jalaste.