Entre versos y desvelos de niño enamorado te vi en mis pensamientos.
No te conocía entonces, pero te vi.
Te vi cuando mi luz agonizaba.
Te vi cuando la esperanza de mi corazón fatigado escaseaba y entre los pedazos de un alma rota reuní lo que quedaba de mí, para así poder levantar la cabeza.
Fue entonces cuando te vi.
Y ahí estabas tú. Monarca de ojos ámbar, labios de fuego y mirada serena.
Me acerque y pregunte, ¿por qué recogías mis pedazos, que no ves que es esta mi condena?
Sin mediar palabra me tomaste entre tus brazos, un beso censuro mi agonía y un te quiero disparado directo a mi oído desnudo destrozo mis cadenas.
Ahí entendí que era preso de tus besos.
Ahí me despedí de una moribunda soledad.
Entendí la ironía de un ruiseñor cautivo entre tus brazos, que aborrece ahora vivir en libertad.
Entre versos y desvelos de niño ilusionado te vi en mis tristezas.
Vi la bondad con la que sirves a todo el que no lo merece.
Vi como sufres y te estremeces, ahogándote en lágrimas que no te pertenecen.
Lloras con los que lloran, sufres con los que sufren.
Los mismos que te abandonan cuando necesitas su consuelo de vuelta, para luego ser perdonados de nuevo por mi Monarca que espera su cariño con manos abiertas.
Ahí entendí que no habría escapatoria.
Ahí entendí que cualquier intento de negarme a quererte me dejaría derrotado y daría a mi Monarca otra victoria.
Entre versos y desvelos de niño despreciado te vi en mis alegrías.
Vi la dulzura del amor puro y vulnerable que sin miedo me ofrecías.
Vi tu corazón traicionado por quienes amó soportando el castigo con una sonrisa dibujada en cuarto menguante.
Vi tus labios alabar al Creador cual gorriones cantando a la luz de un ocaso agonizante.
Entonces entendí que lo finito se hacía eterno a la luz de tu sonrisa.
Que no hay distancia que prevalezca ante el poder de tus caricias.
Que no ha nacido hombre mortal que merezca ser preso de la delicia que representa tu compañía.
Entendí que aunque viniesen dolores que golpeasen tu corazón, tu bondad necia e inamovible ahí permanecía.
Fue entonces y solo entonces que entendí...
Sí, yo entendí que te amaría.
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SAM III©
Poetry¿Qué es el amor sino la tenue voluntad de dar? Como un niño que al rezar, regala al cielo sus anhelos. Como el pequeño ruiseñor que alaba a su creador al amanecer. Como mi corazón me entrega fantasías de lugares por conocer. ¿Qué es el amor sino la...