Untitled part

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"Nunca fui un buen alumno. Siempre pensaba en dejar el colegio y cuando mi padre nos abandonó, la angustia me dio la excusa perfecta para hacerlo. A mamá no le gustaba la idea. Pero la decisión ya estaba tomada.

O eso creía.

Me descubrí a mí mismo buscando pretextos para seguir asistiendo.

¿Qué me estaba pasando?

Jamás había sentido aquel temblor en las piernas. Mi corazón se aceleraba. Me transpiraban las manos. ¿Acaso estoy enfermando?

Me percate con el tiempo de que siempre llegaba antes a clase para verte entrar por la puerta del salón (que parecía demasiado pequeña para tanta grandeza). Me sentaba en mi lugar y te observaba. Cuando faltabas, sentía que era un día incompleto.

Y es que todo empezó el primer día de clases. Ese día te vi fuera del colegio ayudando con sus bolsas a un señor mayor. Muchos pasaron por ahí, pero solo vos fuiste corriendo a socorrerlo. Y sonreíste. Le sonreíste a él, un extraño cualquiera. Mi mente dio vueltas. De repente ya no quería dejar el colegio, mi nueva meta era que una de esas sonrisas sea para mí. Entonces comencé con mi nuevo propósito, pero... ¿Cómo hacerlo? No te conocía, siquiera sabía tu nombre. ¿Quién era el muchacho que sin intentarlo y sin darme tiempo de prepararme robó mi corazón?

-Manuel Silvestre-dijo nuestro profesor.

-¡Presente!-Dijiste. Sentí como me erizaba al escuchar tu voz eufórica un lunes tan temprano. Me fue imposible retener aquel suspiro. 'Manuel'. Mi amor no tenía solo rostro, también tenía nombre. Un nombre que comencé a susurrar por las noches, dormido. No sé quién te habrá dado el permiso para irrumpir en mi mente, pero me gustaría agradecerte.

Veía como regalabas sonrisas a todo el mundo. ¡Si supieses que yo muero por una de esas! ¿Será un poco extremo admitir que me sabía de memoria la forma en que tus labios plasmaban su perfecta curva?

Mi dilema era acercarme. Pero me quedé atascado en el cómo mientras el tiempo seguía su curso, tanto así que el año escolar terminaba. Mi desesperación fue en aumento, no podía permitirme que estos sentimientos tan fuertes mueran asfixiados por el calor del verano. Por lo que me decidí a escribir esta carta.

Y no es que sea alguien valiente, Manuel, es que quiero creer que por algunas personas vale la pena arriesgarse. Que una sonrisa puede ser el impulso suficiente para hacerlo.

Me encantaría que me des una oportunidad.

Te veo en el parque a la salida del cole."

Manuel terminó de leer la carta.

Sus lágrimas le suplicaban salir de sus ojos.

Su cuerpo experimentó una sensación nueva y sumamente agradable.

Sonreír era algo tan común para él. Nunca se había imaginado que tan sencillo acto podía ser capaz de enamorar a alguien. Necesitaba corresponderle, necesitaba dejarse llevar por aquella persona de tan hermosas palabras. Se habían encendido sus mejillas sin darse cuenta y con la carta en la mano salió corriendo hacia el parque. El viento secó algunas escurridizas lágrimas que habían escapado, listo para encontrarse a su anónimo amor.

Pero... ¿Cómo sabría quién era?

Y fue lo mismo que enamoró al desconocido lo que llevó a Manuel a descubrir quién era el chico de la carta: una hermosa sonrisa.

Sonríe para míWhere stories live. Discover now