Boom

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Sangre, calidez, cansancio. Voy a morir. Las balas resuenan, una tras otra, casquillos caen, casquillos son recargados, uno, dos, cuatro balas, ¿cuántas soportará mi cuerpo? El Nissan March blanco me protege. Volteo mi cabeza a la izquierda, veo su cuerpo tirado, se desangrará en tres minutos, volteo a la derecha, otros dos; sólo están inconsciente, no son prioridad. Me miro a mí. Voy a morir. Automáticamente y en cuestión de dos segundos analizó las posibilidades. Tres minutos para detener la hemorragia de mi compañero. Dos serán suficiente para cargar a los otros que están inconscientes. Cae una caja del cielo. Mierda. Cambio de planes. Analizando. Tres personas, una en su límite y con puñado de vida por delante. Una caja de explosivos con diez minutos piadosos. Cero comunicaciones. Y mis muy probables cuatro minutos de vida. El infierno me perdonara tres, ahora son siete. Veo borroso. Sin pensar dos veces corro. Otra bala. Que son cuatro balas si no son cinco. Llego a su lado, lágrimas caen por sus mejillas. ¿Es aquí cuando uno llora por un hermano? El sabe mis planes; me sujeta de la muñeca. Eso me hizo recordar:

  —¿Sabes cual será tu esperanza de vida una vez que aceptas este trabajo?

  —No.

  —20 años.

Maldito mentiroso, aún me quedaban dos. Empiezo con los primeros auxilios, hoy no estaba en mi agenda perderlo. Y de nuevo. Sangre, calidez, cansancio. Vamos por los otros dos. La balas no perdonaron y cobraron lo que era suyo, otra más. ¿Será que el destino me preste esos siete minutos? Llego a su lado. Un hombre y una mujer, ambos jóvenes. Todos somos jóvenes, uno envía niños a la guerra mientras el adulto se limpia el culo con los resultados. Los cargo. Uno en cada hombro. Una vez dejo a los tres en un lugar seguro me voy. Tomo la caja. Monto una motocicleta. BMW 1200 RT, al fin el cielo me sonríe. Cinco minutos para llevarla lo más lejos. Si uno de los cuatro tenía que explotar, ese tenía que ser yo. Mi cuerpo no responde. Miedo. ¿Dónde está el maldito miedo? Sin más fuerza caigo de la motocicleta y empiezo a rodar por una colina. No siento dolor. No hay arrepentimiento. Boom.

Monólogos y relatos de ideas que podrían ser.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora