Intro: Presentation

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1. La familia Kim.

Chan se despertó temprano esa mañana por culpa de un estridente golpe proveniente de la cocina, seguido inmediatamente por una mezcla de risas y protestas en el alto volumen de la voz de Jin. El joven se levantó de la cama y se vistió con resignación, sabiendo que no podría volver a dormirse con el caos reinando en la casa, y se encontró cara a cara con Minho, que estaba practicando unos pasos de baile, en su camino hacia el desayuno.

— ¿Qué fue lo que pasó?— preguntó con curiosidad, aunque creía saber la respuesta.

— Creo que Namjoon rompió algo... ¡Hyung! ¿Qué sucedió?— respondió el otro joven, alzando la voz para hacerse escuchar por Woojin, que se encontraba en la cocina ayudando a limpiar el desastre de vidrios rotos que había por el suelo. El aludido respondió sin perder su impasibilidad.

— Mi padre rompió otro vaso, no se acerquen si están descalzos o podrían lastimarse.

Chan había perdido la cuenta de cuántas veces habían tenido que reemplazar la vajilla de la casa debido a la catastrófica naturaleza de Namjoon.

Minho rió y comenzó a hacer bromas a expensas de su padrastro, pero Chan permaneció en silencio mientras veía a sus dos "hermanos" intercambiar comentarios divertidos.

¿Acaso lograría alguna vez dejar de sentirse así?

Él quería y les agradecía muchísimo a los Kim por haberle abierto las puertas de su hogar, de sus vidas, pero ahora era su turno de devolverles algo. ¿Por qué siempre sentía que hiciera lo que hiciera no era suficiente?

Minho y Woojin se conocían desde hacía mucho tiempo, pues sus padres eran viejos amigos además de pareja, y Chan envidiaba la naturalidad con la que se dirigían el uno al otro (e incluso a Jin y Namjoon) mientras que él se sentía casi fuera de lugar en aquella familia. Le costaba acostumbrarse a que ahora tenía no solo un hyung sino también un dongsaeng. Desde siempre había sido él y solo él. Sin otra ayuda aparte de la gente del orfanato, aunque nunca lo habían tratado como una familia en ese lugar; sí era cierto que las personas que trabajaban ahí eran buenas, amables e intentaban ser cariñosas, pero eso no era lo mismo a una familia, al abrazo de una madre.

Ese era el único recuerdo que Chan tenía de su madre, ni siquiera recordaba su rostro o su color de cabello, lo único que tendría de ella para siempre era ese último abrazo que le dio antes de dejarlo en la puerta del orfanato, un día soleado, porque la ironía siempre había sido su mejor amiga.

Durante años él había vivido en ese lugar, rodeado de chicos y chicas como él, la mayoría con más suerte que él, quienes eran adoptados al poco tiempo de haber llegado. Mas Chan había pasado ahí unos doce años de su vida, los suficientes como para perder toda esperanza de encontrar una familia. Y cuando ésta por fin había llegado... no había sido de la forma en la que el joven la esperaba. Para empezar, él ya tenía 17 años en ese entonces, si solo esperaba dos años más sería mayor de edad para la ley y podría irse del orfanato a vivir solo. Sin embargo cuando conoció a Seokjin y a Namjoon una tarde de lluvia torrencial, (ironía, ¿recuerdas?) algo se sintió bien, y aceptó. Ellos le habían contado un poco acerca de su familia disfuncional. Es decir, sí, eran dos padres, pero no solo era disfuncional por eso, sino que ambos vivían en la misma casa con sus hijos biológicos de otras parejas. Biológicos. Una palabra que siempre había sonado extraña y desconocida en la boca de Chan.

Por un lado estaba Minho; si Chan tuviera que describirlo en una sola palabra, utilizaría "caótico". Despreocupado, alegre, sin miedo a hacer el ridículo para sacarle una sonrisa a los demás e incluso algo narcisista, pero un trabajador empedernido, siempre intentando mejorar y ayudar a los demás a mejorar también.

A Stray but Bulletproof familyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora