Hola a todos. Hace mucho tiempo que no escribía un fanfiction. Además, es la primera vez que escribo un lemon +18, algo que nunca me había imaginado hacer, pero la musa inspiradora sorprende de formas inesperadas, y aquí estoy nuevamente, con un one shot para uno de los fandoms más queridos que tengo. Espero que lo disfruten tanto como disfruté escribiéndolo.
La mente de Lily poco y nada era capaz de procesar lo que estaba ocurriendo. Aunque moviera sus engranajes en máxima potencia, apenas podía esbozar una mínima idea que por lo menos le advirtiera que estaba en peligro.
Mientras sentía la fuerte mano de Clyde sobre su nuca, empujándola hacia adelante a un ritmo constante, luchaba por intentar comprender qué estaba pasando. Su mano grande y gruesa, acababa con toda resistencia que pudiera conseguir. Su pene era grande, grueso y venoso, con un poco de vello púbico en su base. Cada vez que la punta llegaba hasta el fondo de su garganta sentía que se asfixiaba, y se llenaba de terror ante esa sensación. Tenía un sabor amargo, parecido al olor del cloro que usaban en el baño. Era nauseabundo tenerlo en la boca, pero era inevitable. Así, al ritmo del placer, el chico empujaba la cabeza de la pequeña para que se tragara los quince centímetros de pene. El roce de su miembro por el interior de su boca le regalaba bocanadas de placer que recorría todo su cuerpo. El calor de su interior sumado a la mezcla de líquidos que se formaban dentro lo llevaba justo a la gloria. ¡Hasta el roce con sus dientecitos de leche le excitaba!
A veces iba más rápido, a veces más lento. Lily no sabía ni siquiera qué estaba pasando. Intentaba armar una idea sobre otra, pero el sabor nauseabundo, el golpe de la arremetida, el latente miembro viril que latía en su garganta, la grande y fuerte mano que le impedía huir destruía cualquier cosa que pasara por su cabeza. Por cada arremetida, destruía la infancia de una niña de tan solo seis años. Por cada arremetida, acaba con su inocencia, su tranquilidad, su felicidad. Por cada arremetida, Lily ya no era más Lily.
El terror se apoderó de ella cuando Clyde se detuvo, con su pene introducido completamente dentro de su boca. Sus labios rodeaban sus testículos. Algunos de sus vellos púbicos se enredaban entre sus dientes. La pequeña ni siquiera podía respirar, atragantándose por el miembro. Sentía que la mano que la atrapaba por la nuca la empujaba con más fuerza hacia su cadera, como si esperara que lo tragase completamente. El líquido amargo comenzó a abundar, y sentía que se le escaparía por la nariz. Tenía ganas de vomitar; se sentía enferma. Con todas sus fuerzas intentaba escupir el pene, pero eso solo excitaba más a Clyde. El afroamericano la tenía sujeta con fuerza de la nuca, y sus débiles quejidos solo aumentaban su lujuria. Quería sentir con la punta de su miembro el fondo de su garganta, en donde la piel era tan suave y húmeda como el de la vagina.
De pronto no pudo más con tanta lujuria y de un tirón sacó su pene de su boca. Un hilo del viscoso líquido traslúcido unía el labio inferior de la pequeña con el pene palpitante y erguido. Era primera vez desde que había empezado el acto sexual que ambos se miraron a los ojos. La pequeña estaba tosiendo con un ferviente dolor en la garganta, pero una clara interrogante en sus pequeños ojos. ¿La culpa comenzaba a atosigarlo? No... ¡la culpa se acaba aquí y ahora! En ese instante volvió a introducir su pene con más fuerza; probablemente pudo haberle roto un diente, pero el placer logró apaciguar la culpa. Tras esto siguió practicando el sexo oral a un ritmo bastante más rápido. El ruido del pene introduciéndose en su boquita y los quejidos de la pequeña eran suficiente para calmar cualquier idea de culpabilidad.
Él la conocía desde que nació. Era el mejor amigo de su hermano Lincoln, y el compañero de aventuras -en su mayoría relacionadas con sus diez hermanas-. Inicialmente enamorado de la mayor del clan Loud, no le importaba que solo tuviera ojos para el mexicanito ese con quien finalmente se casó. Lo que finalmente mató sus sentimientos hacia ella fue cuando en secundaria supo que ella era una puta de primera categoría. Le llegaron varios rumores tanto de compañeros suyos como de la universidad acerca de ella y sus amoríos con diferentes chicos. Incluso circulaban videos de ella teniendo sexo con otros chicos (videos que por lo demás le sirvieron para esas noches de insomnio). Así pasó de sentir rabia y envidia por el mexicanito, a tener pena y vergüenza ajena por aquel desdichado que deberá sostener unos cuernos más grandes que su familia Casagrande.