Epílogo

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Todo el principio me parecía una auténtica locura, pero al final es algo maravilloso y no sé cómo expresar lo que siento ahora mismo. Al conocerla algo dentro de mi supo que ella era la indicada, la que me cambiaría el mundo sin ningún esfuerzo, la que me haría ver todo de otra manera... Cada sonrisa suya era un trozo renovado de mi corazón. Una nueva pieza hecha solo para ella, para que la cuidara con mucho cariño, y así a sido.

Me atreví a declararme, puede que estuviéramos poco tiempo juntos, pero al final, como en todas las historias de amor. El amor triunfa de una manera espléndida.

Volverla a ver después de dos años fue algo que me impacto. Había cambiado. Demasiado. Pero seguía siendo la misma Mikan que amo y tengo a mi lado el resto de la vida.

-¡¡Natsume!! -su grito resonaba por toda la casa. Dejé los papeles del trabajo en la mesa pequeña de la sala y me dirigí a la cocina.

Al entrar por la puerta me encontré todo hecho un cuadro. La harina desperdigada por todo el suelo o muebles, utensilios de cocina, tanto como boles, cucharas, etc, revueltos por todo la encimera o suelo. Pero los que si estaba hecho un cuadro era Mikan.

Me mordí el labio aguantando la risa.

Estaba vestida, literalmente, de harina y masa de galletas. Por suerte esa no acabo por los suelos, no llego a ese punto la pequeña guerra.

-¿Necesitas mi ayuda, hermosa? -pregunte acercándome a ella mientras esquivaba el camino de minas del suelo.

Mikan frunció el ceño claramente molesta.

-Sera mejor que no te rías por qué no hace gracia -se vuelve a mirar el desastre que a provocado -mira cómo está todo, ya no podré hacer las galletas.

Finalmente me coloque delante suya y le quite un poco de harina de la nariz para fastidiarla.

-No digas eso. Mira el lado bueno.

-¿Qué lado bueno hay en todo esto?

Sonreí de lado acariciando su mejilla lentamente mientras me aproximaba más hacia ella llamando su atención finalmente. Sus ojos conectaron con los míos y supo enseguida a que me refería. Sus mejillas se tiñieron de rojo al instante de comprender mis intenciones.

Reí sin poder evitarlo.

-Te ayudaré a recoger.

Me separé de ella y me puse a recoger. Mikan avergonzada me siguió en la limpieza. Al cabo de unos segundo siento que me rodea por la espalda sus brazos delgados y pequeños. Sonrió al ver que intenta decir algo peor no lo logra.

Me vuelvo hacia ella y sin pensármelo la tomo el rostro y la besó.

Nuestros labios juegan el uno con el otro mientras ella toma mis manos invitándome a seguir sin miedo. Damos marcha atrás hasta que Mikan choca contra la encimera. El ambiente a empezado a subir de temperatura y no creo que nos detengamos en ningún momento hasta hacer lo deseado por los dos.

-Natsume...-jadea en cuanto dejo sus labios libres y atrapó su cuello con fuerza.

La tomo de la cintura y la subo a la encimera. Abro sus piernas y me meto entre ellas sin miedo.
Hecha la cabeza hacia atrás excitada ante mis besos sobre su cuello.
Muerdo y chupo con fuerza detrás de su oreja y dejo un notable chupetón que estoy seguro de que me matará por hacerse lo. A ella no le gustan este tipo de cosas, dice que es como marcar a un animal, pero a mí no me parece así.

-Natsume... -suspira mientras subo una de mis manos por su muslo y la otra por debajo de su camiseta- el timbre...

No sabía de qué hablaba hasta que el claro sonido del timbre me devuelve a la realidad. Dejo de hundir mis labios en su cuello y me vuelvo hacia la odiosa puerta.

Girasoles | Gakuen aliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora