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Tan pronto como escuché la puerta cerrarse suspiré con fastidio, aflojando el nudo de mi corbata.

Ciertamente amaba mi trabajo, sin embargo eso muy apenas hacía poco menos cansado y fatídico el tener qué desempeñarlo. Pasé 5 años en la facultad por mero gusto, aunque en los últimos dos mantuve una típica relación tóxica con la Medicina.

Si bien mis padres eran excelentes médicos, nunca me obligaron a seguir sus pasos, como se esperaría. Contrario a eso, me fueron una inspiración en lugar de mis verdugos. Y aquí estaba, con 28 años encima y un título de neurocirujano sobre mis hombros.

Introduje en mi computadora el pequeño disco que me había sido entregado hacía no más de 10 minutos, aunque aún sin ver el contenido, podía casi asegurar cuál era la patología de mi último paciente.

Apenas se abrió su contenido sonó el teléfono sobre mi escritorio.

— Buenas tardes, Doctor Oh. — Escuché al otro lado de la línea aquella voz femenina tan familiar. — Departamento de hematología.

Sonreí al tiempo que me reclinaba sobre mi asiento.

— ¿Cuándo dejarás las formalidades, Moon?

— Cuando tenga al menos un doctorado y pueda verlo a la cara sin vergüenza. No olvide que es mi superior, apenas y llevo tres semestres de licenciatura en Administración y soy una secretaria. — Dijo con mucho orgullo, contrario a lo que su selección de palabras trataba de transmitir.

— Sí, secretaria de Jongin, no mía, así que no soy tu superior. ¿Quieres dejarlo de una vez? — Inquirí juguetón y con un tono lastimero, esperanzado en que esta vez su respuesta fuera diferente a la acostumbrada.

— Me temo que lo que me pide es imposible por el momento. — Como siempre. — Disculpe, pero justo ahora debo facturar ciertas cosas y el Doctor Kim necesita hablar con usted. — Sentencio, frenando mis intentos absurdos por acercarme a ella.

Suspiré, fastidiado.

— Está bien, conecta la línea, por favor y... gracias.

— A sus órdenes. — Escuché un pitido débil y al cabo de dos segundos exactos ahí estaba él.

— ¿Es que no te das por vencido? Cualquiera que escuchara tus suplicas casi desesperadas creería que gustas de Moonbyul. — Fruncí el ceño, divertido ante el tono burlón de Jongin.

— Sí, estoy muy bien, gracias por preguntar, ¿y qué tal tú? — Pregunté con fingido resentimiento, gesticulando más de lo necesario.

— Deberías dejarlo ya, Sehun, pareces patético. Es incluso increíble que una secretaria te rechace de ese modo, ¿por qué sigues empeñado en eso, eh? Es peor aún considerando que es mi secretaria, ¿sabes? Comienzo a escuchar rumores en los pasillos, como que nos encontramos en un triángulo amoroso, ¿sabes lo molesto que es? Bueno, en realidad yo estoy bien, quiero decir, todos creen que Moonbyul está perdidamente enamorada de mí y que tú pues... ya sabes.

— Moon no me gus...

— En fin, ni te esfuerces. En realidad, te llamaba para saber si irías al congreso del fin de semana, ¿qué tal nos sentarían unas pequeñas vacaciones? — El tono suplicante que empleó para preguntar eso último me resultó en demasía tierno y no pude evitar reír.

— Sabes que no me perdería un congreso de estos por nada del mundo, mucho menos en esta ocasión, ¿escuchaste que es una zona rural? Realmente no estoy seguro del lugar exacto, pero debe ser hermoso y más aún si el hospital cubre los viáticos. Lo gratis siempre sabe mejor.

Heart Attack Donde viven las historias. Descúbrelo ahora