Detrás de cada príncipe carismático, se encuentra un mujeriego de primera. Y detrás de cada raro, o loco, se encuentra un caballero con armadura dorada.
Ccino, palideció cuando noto a aquel enorme sujeto pasar por su lado, y regalarle una mirada ceñuda, antes de perderse entre el alumnado que en base se cuchicheos y suspiros femeninos, se cerraba para darle paso a tan raro espécimen masculino.
Porque además de ser raro, debido a su actitud antipática y aquellas miradas heladas que regalaba a menudo. Ese chico también era raro, gracias a su apariencia. Muchos lo clasificaban como loco, debido a la frecuencia en la que lo veían, moliendo a golpes, a algunos de los chicos del instituto.
Su altura notable, hacia que su melena obscura, con tibias pinceladas de brillo, se hiciera notar desde lejos aun estando rodeado de gente.
Ccino se permitió pensar, al verlo. Que ahí, a lo lejos, caminaba uno de los chicos más guapos de ese instituto. Un príncipe, encarnado en el cuerpo de un hombre semental. Según el dicho, un príncipe carismático esconde un mujeriego o un Don Juan, como lo quieran llamar. Sin embargo, Nigthmare Joku, era todo lo contrario.
Él tenía la apariencia de un príncipe, si. Pero de un príncipe antipático, que no le importaba mandar a decenas de alumnos al hospital, cada vez que peleaba a la salida de la jornada.
Con aquel eterno ceño fruncido y aquella mirada indiferente, como aquel cuerpo notablemente fuerte. Era natural, que muchos de los alumnos masculinos, lo retaran o se atrevían(Los más valientes o los más estúpidos) a molestarlo. Y la mayoría, como lo era hasta ese momento, aun tenían severas cicatrices o huesos rotos, por el hecho.Si era cierto, que unos rumores comenzaron a escucharse entre los salones, rumoreando que pertenecía alguna pandilla callejero, o era vendedor de droga. Aunque ninguno de ellos, era cien por ciento fiables.
Ccino en su caso, no podía negar, que aquella altura intimidante, le causaba miedo. Pero, no podía justificar el porqué, jamás le había dirigido la palabra estando en varias clases juntos. No era justo.
El simplemente, le temía. Como la mayoría de los alumnos de ese colegio.
Observo su mochila, mientras estaba a punto de entrar a su siguiente salón.¡Demonios!. Había olvidado su libro en su casillero.
Colgándose la mochila a su hombro, comenzó a correr por los pasillos, que de manera lenta, comenzaban a quedar vacios. Una vez con el libro en su mano, observo el reloj en su muñeca de reojo. Se había atrasado quince minutos de su clase, lo cual no importaba mucho, debido a que su profesor siempre llegaba tarde a sus clases.
Sus pisadas se detuvieron, cuando su mirada se posó al frente. La mirada violeta de Nigthmare, lo miraba fijamente mientras vacilaba, en entrar primero al salón, o esperar a que el menor entrara.
Sonrió, mientras nerviosamente mordía su labio inferior.
Jugó un poco con la tapa del libro, antes de alzar su mano pequeña y frágil, saludándolo con simpatía.―Hola…―Rió nervioso, al ver como él simplemente le observaba en silencio, con una gastada mochila negra sobre su hombro.
―Hola― una voz ronca, cortante, y sin ni una pisca de sentimiento de vitalidad, le saludo de regreso, mientras una mano grande y fuerte tiraba del picaporte dejando la puerta abierta para que pasara― Adelante…―le dijo, con sequedad.
Si él no tuviera en esos momentos aquella mirada indiferente, y aquel tono de voz, tan ronco y vacio. Seguramente Ccino se sonrojaría, ante la gentileza y afabilidad del gesto. Pero al contrario de eso, simplemente se limito a asentir en un chillido, e introducirse al salón, con rapidez.
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Señor Pulpi
NouvellesPorque Ccino sabia, que detrás de cada príncipe se encontraba un mujeriego. Y detrás de cada extraño, inadaptado, como lo era Nigthmare, se encontraba un noble caballero de armadura dorada. O en este caso un pulpo con sombrero de copa, que estaba di...