Dia 1 CLAUSTROFOBIA

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Todas las noches era lo mismo, ellos peleaban. Siempre pelean. Cuando es de noche no tengo escapatoria, ellos están ahí, evitando que salga de este lugar, me encierran en la cárcel, y me quitan la luz, me encierran en las cuatro paredes que más odio, les ruego que me saquen, que no me gusta ese lugar, que abran la puerta, que me den aire. Siempre me ignoran y gritan más. Pero yo ya no aguanto una noche más así.

El cuarto se vuelve pequeño, no puedo respirar, la maldita ventana no sede, quiero salir, odio esto, lo odio, quiero huir.

Tiemblo, las paredes están cada vez más cerca, tomo la única silla del cuarto y la levanto, no puedo más, odio este encierro. Mi cuerpo tiembla, puedo ver como la silla en mis manas se desequilibra y mi cuerpo es jalado por ella, mis lágrimas caen, ellos no lo entienden, este lugar me está matando, me ahoga.

Mis manos se dirigen a mi cabello y lo aprieto, muevo mi cabeza en negación y empiezo a escuchar mis lamentos, mi voz es horrenda.

- ¡Sáquenme de aquí!

- ¡Cállate! –contesto mi padre-.

Se acercan cada vez, una a una, las paredes me quieren matar, me quieren abrazar, un abrazo que no quiero, que lo único que me provoca es más ganas de llorar. Deshago la coleta de mi cabello y lanzo la liga lila a una pared.

- Quiero salir, quiero salir.

Podía sentir todo mi cuerpo lleno de sudor, mi corazón estaba cada vez más acelerado, no podía más. La silla a lado mío se burlaba, era más fuerte, la mire con enfado. Me levante, mis piernas querían flaquear, no permitiría esto, tome la silla con todas mis fuerzas y tambaleando la lancé a la ventana, los trozos de cristal rasgaron mi pantalón, era libre.

Lo único que quedaba era saltar. Pero no sabría que me esperaría ¿acaso libertad? Solo salte.

6/9/18

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