Mil razones para...

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Ella me contó su secreto. Me entregó aquellos pedazos rotos, junto con las lágrimas que contaban su historia. Vació sobre mi, las palabras de su melancolía.
Ella me contó mil razones para renunciar.
Fue entonces cuando le mostré las páginas en blanco de nuestra historia. Le prometí escribir con dedicación cada capítulo juntos . El prólogo sería mi anhelo por su inexplicable mirada y su sonrisa rota. La primera parte, nuestro encuentro predestinado en aquella carretera desierta,
mientras escuchábamos el susurro desesperado de nuestros corazones.

-Déjame enseñarte mil razones para empezar a amar, porque como tú, no hay nadie más.-

Historias de medianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora