21 - Obsesión

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Observe a Matteo durmiendo en mi cama, sonreí cómo una estúpida, pero me sentí una mierda, muy adentró me sentía mal.

Después de darme una ducha y vestirme, salí de mi habitación asegurándome que nadie viese que Matteo estaba en mi recamara, en mi cama y desnudo. Baje las escaleras, seguramente mis hijos ya estaban abajo, iniciando el día con leche–o chocolate caliente–y galletas, mi madre así acostumbró a sus tres nietos.

—¡Matías!—no había llegado a la cocina y escuché el reclamó de Sol—. ¡Abuela, Matías tomó mi galleta!

—¡Era mía!—se defendió Matías.

—¡Ya paren de pelear, niños!—escuché a mi madre, ya estaba por entrar a la cocina—. Esperen un minuto, están por salir las demás.

—Abuela, me traes más chocolate por favor—era Alex, en ese momento yo entre a la cocina y ví el rostro arrugado de Sol—. Ten—dijo Alex acercándole su plato con galletas a Sol—. Eres una tragona—dijo él y de inmediato Sol sonrió.

Estoy demasiado de acuerdo con Alex, Sol es una tragona.

—Hola mamá—escuché de Matías, Sol estaba atragantándose con sus galletas.

—Hola tía—habló Alex, yo sonreí y le dí un beso a ambos en la cabeza.

Sol trató de decir algo pero tenía la boca llena, y eso logró que se le cayera un poco de chocolate a la ropa, sin mencionar que si no es por Alex, Sol se ahoga.

Una risa de Matías se escuchó.

—¡Hasta para comer eres mensa!—dijo.

—¡Matías!—regañe.

Alex empezó a reír.

—¿De nuevo los dos molestando a la niña?—entró Ámbar—. ¿Dónde esta Rex?—preguntó.

Cierto, dónde esta mi bebé.

—¡Rex!—grité y de inmediato me pequeño–no tan pequeño–apareció—. Ahí estás hermoso—dije y él empezó a mover la cola.

—¡Creó que alguien tiene hambre!—entró Bernie, mi padre con un muy llorón Andy.

—¡Simón!—gritó Ámbar.

—Oye mamá—dijo Alex—. ¿No piensas despertar a mi padre solamente para que le haga un biberón a Andy, estando tú despierta o sí?

El rostro de Ámbar se ruborizó, y sonrió.

—¡Claro que no hijito!—dijo—. Ahora regreso, ire por el bibi—dijo ella.

Biberón, hijo, bebé.

¡LA PÍLDORA!

—Ámbar, espera te acompaño—dije siguiéndola.

Ambas llegamos hasta la habitación de Andy, que estaba entrando a la habitación de Ámbar, me reí al ver a Simón durmiendo con la boca abierta.

—¿Qué me decías?—preguntó ella.

—¿Tienes aún?

—¿Qué?—dijo.

—Tus píldoras.

—¿Píldoras?

—Mágicas.

Ella sonrió.

—¿Mágicas?—ella empezó a reír—. ¡Estás grifa Luna!

—¡Ámbar! Habló enserio.

—¡Habla bien!—dijo ella.

Suspiré.

—¡La píldora del día siguiente!—musité.

1 | Todo lo hice por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora