Capítulo 2

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— ¿Y si hacemos un muñeco? No tiene por qué ser un muñeco — Condenada película Disney con canciones malditamente contagiosas, he estado toda la clase tarareando la estúpida canción y un par de ocasiones la canté, en un susurro claro, pero estaba en medio de una jodida clase de genética. El por qué estoy cantando una canción de Disney, es algo bastante estúpido, bueno últimamente me encontraba un poco triste, sin motivo, ya que no había uno exacto, era solo que en general la vida ya no parecía tener el color de antes, sentía que todo era blanco y negro, solo quería quedarme acostada todo el día hecha un ovillo durmiendo o viendo alguna mala película romántica, Emma y Kate lo notaron por lo que su solución fue ir al cine entre clases y según ellas una buena película era la solución para todos los problemas y eso me subiría el ánimo, yo estaba esperando que me llevaran a ver alguna película, de esas en las que el personaje está tan caliente que dan ganas de entrar en la película solo para poder tocarlo, como en “Wolverine”, Dios como amo a Hugh Jackman, pues bueno, no fue así, en cambio el par de idiotas que tengo el orgullo de llamar mis amigas me llevaron a ver “Frozen” no era que no me gustaran las películas para niños, de hecho me encantaban, mi favorita era “El Rey León”, muy maduro de mi parte claro. Pero el problema es que precisamente esta era condenadamente triste, se podría decir que mis dos amigas lloraron como el par de locas que son durante toda la película y en camino a la universidad, la gente las miraba raro y yo ponía cara de “si están locas, pero son mis amigas”

Desde que apareció la ridículamente pegajosa canción no he podido sacarla de mi cabeza, demonios, necesitaba concentrarme en la clase pero no podía, era la segunda clase del día, la anterior había sido un ridículo taller de desarrollo personal que nos obligaban a tomar junto con los alumnos de otras carreras, el lado positivo era que estaba con Emma y Kate en esa clase y así no tenía que prestar atención, podía simplemente dormir, hasta que alguna de las dos me despertara debido a que la clase había acabado y ya éramos libres de la ridículamente chillona y enérgica voz de la estridente profesora, pero ahora simplemente no podía dormir o tendría que pedir los apuntes a alguno de mis estúpidos compañeros y eso simplemente no iba a pasar, digamos que nunca he sido buena haciendo nuevas amistades, desde pequeña aprendí a que no debía confiar rápidamente en la gente pues tarde o temprano terminaban lastimándote, así que aquí estaba yo tratando de no dormirme cuando un chico nuevo llega al salón, era hermoso, cabello café despeindamente peinado y unos maravillosos ojos verdes, se veía ridículamente sexy, buscó un asiento con la mirada y mierda el único desocupado era a mi lado, me sonrió, demonios tenía unos hoyuelos tan sexys que deberían ser ilegales, caminó hacia mí, se estaba sentando a mi lado cuando de pronto ¡Pum! Despierto de golpe de mi ensoñación, ya que la clase ha terminado y todos comenzaban  a abandonar la sala, vamos no iban a creer que eso en realidad iba a pasar ¿O sí? Esas cosas solo ocurren en los libros para la decepción de la mayoría de las lectoras de historias con finales felices, incluida yo. Mierda ahora tenía que ir donde alguno de mis compañeros a pedir los apuntes pero el problema es que no me sabia sus nombres, de pronto divisé a un chico alto de cabello castaño oscuro y ojos grises, yo lo recordaba, me lo habían presentado hace dos años en una fiesta, donde bailamos y nos besamos, pero ¿Cuál  era su nombre?, rayos, no es que sea una puta y me haya besado con tantos chicos  que ya no recuerde como se llamaba cada uno, pero siempre fui un asco aprendiéndome los nombres de la gente, recordaba que le gustaba el basquetbol y jugaba en el equipo de la universidad, su número de jugador era el 10, lo cual recordé solo porque el 10 es mi número de la suerte, pero su nombre, no recordaba más que el hecho de que comenzaba con “J” John puede ser o tal vez era James, Jean o algo así, mierda mierda mierda.  

Me acerqué lentamente hacia donde se encontraba el con su grupo de amigos, su mirada se clavó en mi con sorpresa, le hice un gesto con la cabeza para que se acercara a hablarme, le pedí sus apuntes, esquivando el decir su nombre, me dejó sacarles fotos con el celular, hablamos mientras yo sacaba las benditas fotos, era muy fácil hablar con él. En un momento desvió la mirada de lo que yo hacía y aproveché de revisar rápidamente si su nombre estaba escrito en el cuaderno y para mi suerte lo estaba, era James. Le dí las gracias sonriéndole, cuando me alejaba de él escuché que decía mi nombre

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⏰ Última actualización: Jul 31, 2014 ⏰

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