Capitulo 1

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Capitulo 1.

Yo tenía una vida normal, como cualquier otra, pero todo cambio cuando a papá le informaron que lo transferirían a Kentucky, lo cual implicaba cambiar de casa, cambiar de escuela, cambiar de amigos (y con lo mucho que me había costado conseguir apenas unos cuantos), todo iba a cambiar. Yo estaba bien en California, tenía una vida hecha, no me quería ir. El día que papá llego con la noticia mamá y mi hermano gemelo Sean se emocionaron mucho, sin en cambio yo arme un escándalo. Le rogué toda la semana que nos quedáramos pero mis esfuerzos fueron en vano, el me dijo que ya no se podía hacer nada, que fueron ordenes de su jefe y nada iba a cambiar. Me encerré en mi cuarto a llorar por más de una hora hasta quedarme dormida, cuando me desperté empecé a empacar las cosas ya que en poco tiempo tendríamos que partir y al voltear, me di cuenta Sean estaba sentado junto a mi venta. Me pregunte como habría entrado, tal vez mientras dormía, pero bueno, el punto es que papá lo había mandado a hablar conmigo y funciono, al principio le grite que se largara, pero después se sentó junto a mí y me abrazo, me explico que era necesario que nos mudáramos, que papá solo seguía ordenes de su jefe y que íbamos a estar bien. Después de hablar me ayudo a acabar de empacar y me fui a dormir.

Son las  nueve de la mañana y los cuatros estamos esperando que lleguen los camiones de mudanza. Este es el último día en esta casa, no puedo explicar cuanto la extrañare. Comienzo a caminar por toda la cocina arrastrando mi maleta de colores esperando que nunca lleguen los camiones de mudanza. Dijeron que llegarían a las ocho y media, ya llevan media hora de retraso. Espero que nunca lleguen. Alguien entra a la cocina, es Sean.

-Aquí estas-. Comienza a decir-. Los camiones llegaron.

-Ay no-. Susurro intentando que no me escuche.

-___, ya hablamos de eso-. Me dice dándome un apretón.

-Sean sabes que no me quiero ir-. Le digo con la voz cortada.

-Pero no es una elección-. Me dice tomando mi maleta-. Vamos.

Me quedo parada en la cocina, sé que no es una elección pero me niego a ir, Sean me mira con una sonrisa.

-¿No piensas ir?-. Me pregunta.

Niego con la cabeza.

-Está bien-. Me dice saliendo con mi maleta.

Me quedo en la cocina parada con los brazos cruzados, con la esperanza de que me dejen aquí sola, hasta que llega otra vez Sean.

-Te lo diré por última vez: vamos-. Me dice riendo.

-¡No!-. Le digo como una niña pequeña.

El asiente y se da la vuelta, se que trama algo. De repente se da la vuelta y corre hacia mí, fue tan rápido que no me dio tiempo de escapar, toma una de mis manos y en un movimiento veloz ya estoy en su espalda. Salgo de la cocina en su espalda dando patadas e intentando bajarme, pero desafortunadamente es más fuerte que yo. Salimos de la casa y ya están dos enormes carro subiendo los muebles y el equipaje.

-¡Sean bájame!-. Comienzo a gritar histéricamente.

-Y que me asegura que no escaparas-. Me dice riendo.

-¡Solo bájame!-. Le vuelvo a gritar.

-Creo que no lo hare-. Me dice apretando mis manos alrededor de su cuello.

Papá está revisando el auto, supongo que nosotros iremos ahí, mamá está cerca y ni siquiera se ha dado cuenta que Sean me tiene retenida en su espalda.

-¡Mamá dile a Sean que me baje!-. Le grito desesperada.

Mamá voltea buscándonos por todos lados, vaya si que esta despistada, al final nos ve y comienza a reírse.

-¡Sean baja a tu hermana!-. Le grita mamá aun riendo.

-Pero mamá, ¿y si intenta escapar?-. Le dice Sean inocentemente.

-Tienes razón, mátenla bien retenida, que no escape-. Le dice mamá.

Genial, ahora mamá está de su lado. Sean da un brinco y siento como si mi estomago se me saliera por la boca.

-¡Que te pasa!-. Le grito enojada.

-Oh lo siento-. Me dice sarcásticamente riendo-. Y por cierto, no pesas nada, deberías comer más.

-No me digas que hacer-. Le digo indiferente.

-___ se que estas enojada, pero no querrás que vuelva a brincar-. Me dice hablando en serio.

-Ni se te ocurra-. Le digo aterrada-. A menos que quieras que vomite en tu cabello.

Para Sean su cabello es muy preciado, siempre lo mantiene limpio y sedoso, lo tiene un poco largo, un poco antes de los hombros, una vez que entre a su baño encontré una infinidad de productos para el cabello, aunque yo le digo siempre que usa grasa de pollo.

-Sabes que con mi cabello no se juega-. Me dice algo espantado.

-Está bien, no brinques ni molestes y tu cabello estará a salvo-. Le propongo.

El asiente y se queda quieto. En un momento Sean echa su cabeza para atrás y me da en la nariz, ahogo un grito de dolor.

-¡Lo siento ___!-. Me dice arrepentido.

-¡Que te pasa! Me rompiste la nariz-. Le grito enojada.

-¿Enserio?-. Me pregunta intentando voltear.

-No exactamente, pero si duele-. Le digo mientras me llevo una mano a la nariz.

Pasamos un rato esperando parados, mientras yo me aprieto con una mano la nariz, hasta que papá nos grita:

-¡Chicos entren al auto!

Sean sale corriendo al auto y abre la puerta de atrás, se voltea y me baja de su espalda, me avienta hacia dentro como si fuera un objeto y luego se sienta junto a mí. Mamá se sienta en el lugar del copiloto y me pasa mi bolso café, lo abro y busco mis audífonos y mi mp3, mientras comienzo a desenredar los audífonos papá anuncia:

-Próxima parada, Kentucky.

Mamá y Sean dan un grito de emoción, yo me pongo mis audífonos, pongo música, subo mis pies y recargo mi cabeza en mis rodillas, y me preparo para más de cinco horas de viaje involuntario.

"Let Me Be Happy"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora