003| Capítulo tres
Sebas
Pretendo visitar a un viejo amigo hoy, he tenido tantas cosas pendientes de las que no me he ocupado que ahora siento como si en cada segundo una montaña de vomito fuese a caer sobre mí.
Lo siento por las referencias.
Anoche los chicos pensaron en que la mejor idea para celebrar mi regreso era salir a beber cerveza hasta caer muertos y visitar uno que otro antro de la mala muerte.
Y como era de esperararse, acepté. Digo, soy educado, no diría que no a algo gratis
Recuerden; lo gratis es siempre bueno.
— ¿Hola?
—Suenas como toda una putita, ¿nunca te llegó la pubertad?
— ¿Pero qué demo-...? ¿con quién hablo?
Al terminar de ponerle crema de maní a mi sándwich le doy un merecido mordisco.
—¿No me recuerdas? ¿a mí? ¿a la única persona que sabe sobre tu lunar en el medio del trasero?— sus carcajadas se me contagian, ese lunar es desagradable.— Ah, entonces me recuerdas.
— Sebastián Morris, el único e incomparable moja bragas de la preparatoria Westerm ¿cómo te va?
—Esos tiempos ya pasaron, ahora conquisto universitarias.— el timbre de la entrada suena.— Ah, y también a ancianas de la tercera edad que hubiesen deseado tener un nieto tan bien parecido como yo.
Me dirijo a la puerta para abrirla y encontrarme con la señora Margo, la pícara abuela del departamento 7 que siempre consigue una vaga excusa para llevarme a su nido de prostitución y abusar de mi hospitalidad. Es malvada. Eso y buena cocinera, una mano lava la otra.
—Sí, dígame.— se encuentra frente a mi, sosteniendo una caja de cartón.— ¿Trae alguna rata muerta ahí dentro?
Se carcajea mostrando su dentadura falsa.
—Estaba limpiando y mi esposo me dijo que te trajera estas cosas.— me entrega la caja en manos, pesa mucho más de lo que parece.— Son muchos cables y tuercas y otras cosas de las que no tengo ni la más remota idea para qué sirven.
—Dele las gracias de mi parte al abuelo Dann.
—Sí, sí.— contesta vagamente haciendo con desdén una seña con su mano, se marcha sobando su espalda, pero cuando estoy por cerrar la puerta se devuelve.— Ah, hijo, mi nieta vendrá a casa hoy e invitó algunos amigos de su nuevo trabajo. Haré mi estofado de cerdo, por tu bien, será mejor que vengas.
Ella me asusta, mucho.
—Ahí estaré.
Que señora tan loca ¿su nieta? ¿acaso es eso un mensaje subliminal para presentarmela? ¿acaso conoce mis gustos?
— ¿Por qué me llasmaste si tenías visita?
—Solo era mi vecina, Margo. Es una anciana pensionada, acosadora y abusadora. Me asusta cuando me da nalgadas a escondidas de su esposo.
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La Quinta Es La Vencida.
HumorAhhh, el matrimonio; atarnos a una sola persona con la que debemos durar el resto de nuestras vidas o nuestra familia hablará de nosotros porque ser una solterona que vive con sus gatos es una tragedia. ¿Pero qué tal si ni siquiera has podido manten...