<< Le miró a los ojos apasionadamente, con ese azul celeste tan profundo que le caracterizaba. Y le dijo con una voz ronca, pero aun llena de cariño:
- Te quiero.
Ella en respuesta le tomó de la mano y la agarró con gran delicadeza.
No tuvo que decir nada, ya que sus manos entrelazadas demostraban que el amor era mutuo. Se abrazaron fuerte cerrando los ojos, para olvidar todo lo ocurrido. Para darse el calor que tanto necesitaban uno del otro en sus corazones.
Y en ese momento no solo se deshicieron del frío: todo el dolor que habían vivido y toda la oscuridad que les rodeaba parecía desaparecer casi por completo.
Pero sabían, que a pesar de todo, no debían olvidarlo. Ni evitarlo. Debían fluir con él y dejarlo pasar, convivir con los malos recuerdos y aprender de ellos.
- De ahora en adelante -dijo ella aun con su rostro apoyado en el pecho de él- quiero quedarme contigo...
Sabía a dónde quería llegar, y a pesar de que era consciente de que le sería imposible, le dejó continuar recostándose en su hombro. Como seña de que la escuchaba.
- Ven conmigo. -propuso al fin.
- ¿Sabes lo que me estás pidiendo?
- Sí. -dijo decidida.
- No puedo. Eres consciente de que es imposible. Debes ir sin mi.
- No. No puedo dejarte. ¿Acaso no fuiste tú quién dijo que el amor es la fuente que te mantiene con vida? ¿No te dije yo que era la causante de mis noches en vela? ¡Acaso quieres que ahora que te tengo, sienta dolor de noche y de día!
...>>
Alex cerró el libro de golpe. Todo lo que había leído le pareció una completa tontería y una pérdida de tiempo. Cerró los ojos y respiró hondo.
Era demasiado joven para morir del asco, ¡un muchacho de 15 años no se merecía esto!
Anteriormente había pensado en leer ese libro romántico, para saber sobre qué trataba más o menos el tema del amor. Pero no estaba seguro de si había escogido bien el libro. Parecía demasiado exagerado y con un drama al límite. ¿Eso se suponía que era el amor? Parecía agotador y doloroso...
Estaba recostado en su cama con la ventana abierta, para que el fresco del viento le acariciara la frente con dulzura mientras leía. Y podría haber seguido ahí un rato si se lo propusiera, pero se le hacía tan aburrido que decidió rendirse y abandonar esa historia para comenzar otra. Quizás con la próxima tendría suerte y sería de otra manera.
Se levantó para ir a dejar el libro en la mesa del salón, que es donde lo había encontrado. Era de su hermana mayor, que aunque se llevasen solo un año, y parecían de la misma edad, seguía siendo más vieja. Sí, era una vieja para él. A ella le encantaba leer, no como a Alex -que solo se había dedicado a leer para documentarse del extraño concepto del AMOR-, y se pasaba varias horas en su cuarto encerrada leyendo. Amaba todos los géneros literarios, pero sobre todo los de terror, los fantásticos y los románticos. En si, para Alex era una cursi sin remedio que prefería vivir en historias falsas que en la realidad.
Al llegar a la sala dejó el libro sin siquiera disimular que la había tomado sin importarle que al encontrarlo ya tenía un marcador sepultado entre el bosque de tantas páginas -567 para ser más claros-. Por lo menos no movió el marcador y su dueño podría continuar con su lectura tranquilamente más tarde, seguramente su hermana.
Que apareció de repente a su lado de la nada, mirándole dejar el libro sin que él lo notase.
- ¿Estás leyendo un libro? -dijo exaltando a su hermano menor.
- Sí, ¿y qué?
Miró el libro emocionada, y en los ojos se le notaba claramente qué pensaba: "bienvenido al lado oscuro, hermano".
- ¡¡Ayy, me la tengo leída!! No está mal, Alex. Te va a gustar, y no te haré spoiler. -le guiñó un ojo.
- Me da igual, lo he dejado. Es una mierda.
- Qué pena que no te haya gustado... Puedo buscarte otra si-
- No. Viendo este libro se puede ver que tienes un gusto pésimo. Me las apañaré.
- ¡Oye! ¿Y ese reproche así de gratis? -dijo indignada.
No sabía que le había dolido más: haber tenido la falsa ilusión de que su hermano compartiese su lectura con ella o el hecho de que la había menospreciado. Pero decidió no comenzar una discusión y subir a su cuarto.
Alex se dirigió a la cocina comedor, que estaba junta al salón sin puertas de por medio. Ahí se encontró a su otro hermano, el más mayor y último. Es decir, eran tres hermanos en total. Pero con él tenían una relación un poco distinta, ya que con este último no solo se llevaban un año o dos, si no, nada más y nada menos que seis largos años. Y aunque estaba en la universidad vivía en casa con ellos -a veces no lo parecía, pues estaba casi todo el día fuera-.
Estaba removiendo todo muy nervioso, y aunque no sabía de qué se trataba debía de ser importante para andar buscándolo con tantas ansias. Por un momento, cuando se arrastraba buscando por debajo de la mesa se percató de que Alex estaba ahí, y levantó la cabeza por encima de la mesa para echarle una ojeada corta soltando un: "Hola, Alex". Luego siguió buscando como un loco por todas partes sin hacerle caso.
- John, ¿qué hay de comer?
- ¿Me lo preguntas a mi, Pimpollo?
- Sí. -respondió cortante.
John no tuvo otra que ponerse de pie para lidiar con su hermano menor.
- Comida. -le respondió con una sonrisa falsa, aguardando que la conversación se acabase para seguir su búsqueda.
- ¿Comida de qué?
- ¡De comida! ¿Vale? -respiró y se arrepintió de gritarle, estaba muy nervioso- estoy ocupado, ¿okay?
- ¿Hay lentejas verdad? Sabía que había lentejas... -ignoró las ansias de John.
- Sí, exacto. Hay lentejas.
Se fue hacia el otro lado, en dirección al salón. Pero a Alex no le importó y se dirigió al fuego donde había una cazuela tapada para ver que se estaba cocinando. Levantó la tapa:
- Son lentejas.
La mirada se le fue a la sala, donde había movimiento, y le pareció ver de reojo a John agarrar el libro cursi que dejó él hace nada.
...
Segundo intento: esta vez probaría buscando algo en internet, ya que no disponía de muchos libros. Y no quería ir a buscar al cuarto de su hermana.
Tres horas más tarde ya había leído siete historias y medio. Estaba leyendo unas supuestas historias escritas por fans. Se llamaban "fanfics" o algo así. Eran tan cortas que se leían en muy poco tiempo, no estaba seguro si valían la pena. Pero en cierta parte eran muy... ¿adictivas? Y las leía sin parar una tras otra.
Miró el reloj en la parte superior de su celular, ya era de noche. Así pues decidió dejarlo por entonces y dormirse. Sus padres no le dejaban utilizar ningún dispositivo electrónico cuando llegaba su hora de dormir. Mañana sería un nuevo día.
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Cómo Ser Una Buena Persona
RomanceAlex no es exactamente una buena persona. No comprende el dolor de la misma manera que sus compañeros; no se siente humillado ni dolido aunque la gente de su alrededor lo intente. Al no comprender ese "dolor" no entiende cómo otra persona puede sent...