Ortencio

21 7 0
                                    

Palabras: panda, flores, mañana, lluvia, alegría.

_____________________

Esperaba impacientemente con un tic nervioso en mi pierna derecha a que mi novia se dignara en aparecer por esa puerta.

Fijo mi mirada en la ventana de la sala y aprecio el rocío adornar los pétalos de las flores de mi jardín esa mañana. Después de lo que a mi parecer fue una eternidad siento el sonido del timbre vibrar por todo el lugar.

—Vaya hasta que te dignas en aparecer —digo mientras abro la puerta llevándome una grata sorpresa al vislumbrar a un panda hipermega gigante.

—¿Podrías quitar esa cara de atontado y dejarme pasar? Hace frío aquí afuera —dice mi novia la cual estaba escondida detrás de ese peluche.

Me hago a un costado para que ingrese a mi hogar y cierro la puerta en lo que ella deja apartado en el sofá color menta de la sala al panda.

—Fue esta con la cara que nací ¿Me puedes explicar que es esa cosa? —señalo al ocupa que estaba en mi sofá.

—Es un panda de peluche —responde Lauren con una gran sonrisa.

—Dime algo que no sepa Lauren, me refiero a qué haces con esa cosa tan grande y de dónde la sacaste.

—Es un regalo para ti ¿A que es lindo? —vuelve a tomar al peluche entre sus manos acercándolo a mi rostro.

—En primer lugar ¿Por qué un peluche? Segundo ¿Por qué de ese tamaño? Y tercero, no has respondido de dónde lo sacaste.

—Número uno: me recordó a ti cuando lo vi. Dos: a mi parecer no es tan grande que tu seas enano es otro cuento y tercero lo compré en la tienda del padre de Emily —explica enumerando con sus dedos cada punto.

—¿Me estás diciendo gordo y enano? —tengo que admitir que mi novia es solamente tres centímetros más alta que yo, lo que es motivo de burla de nuestros amigos, pero eso no le da derecho de decirme enano.

—Vamos no te enojes —deposita un leve beso en mis labios—. Piensa que es nuestro hijo y lo tienes que cuidar con mucho amor y cariño.

—Mi enojo en cualquier caso sería a que llegas dos horas tarde —tomo entre mis trabajados brazos a "mi hijo" y lo ubico a mi derecha en el sofá.

—Lo bueno se hace esperar —se encoge de hombros y se sienta entre el panda y yo— ¿Qué nombre le quieres poner?

—Elígelo tú, de todas formas vas a terminar poniéndole el que tu creas conveniente —vuelvo a mirar a través de la ventana por la cual se deslizan pequeñas gotas de lluvia.

—Ortencio, ese será tu nombre mi puchirri —toma al peluche y lo posiciona entre sus piernas— ¿Qué opinas tu?

—Recuerdame que cuando tengamos hijos de verdad nunca dejarte a ti ponerles nombre —hago una mueca y creó que mis ojos reflejan el horror al escuchar tal nombre, digo si es que se le puede decir a eso así.

—No seas grosero y recuerda que ya tenemos un hijo —golpea juguetonamente mi hombro—. Papá es un idiota no lo eschuces cosita preciosa.

La observo detenidamente, su cabello castaño formando hermosos bucles de rizos que caen delicadamente sobre sus hombros, sus finos y delicados labios y esos hermosos ojos color cobre que tantas emociones manifiestan son una de las tantas cosas que me han hecho caer a sus pies.

Le quitó el panda de los brazos apartándolo a un lado y la atraigo hacia mi. Comienzo a rodearle con una mano la cintura mientras que con la otra uno sus dedos con los míos. Ella posiciona su cabeza en mi hombro dejándose hacer ante mis caricias.

—¿En que piensas? —pregunto dejándole un beso en la coronilla de su cabeza.

—En el día en que me enamore de ti —me mira a los ojos y me hipnotizó con ellos brindándome esa alegría y tranquilidad que sólo ella puede ofrecerme.

—Entonces cuentame un poco, estoy seguro que Ortencio también quiere conocer esa historia.

En día de lluvia, con la calidez que proporcionan la voz de mi novia y la compañía de mi "hijo" pase una de las mejores mañanas de verano que me acompañaran en mi memoria toda mi vida.

5+5=5Donde viven las historias. Descúbrelo ahora