La dejé marchar
Y la dejé marchar,
aún sabiendo que no volvería jamás,
que me tocaba olvidar.Y ella estaba allí,
alegre como siempre,
algo sonrojada y siendo amable con la gente.Y yo estaba cuerdo,
y una soga en el cuello se me ató sin piedad,
ya no sabía que decir ni cómo hablar.Y me quede mudo,
al ver esos ojos negros que me decían rómpela,
esa soga que te aprieta y echa a volar.Y entonces lo supe,
ella merecía lo que no la podía dar,
es por eso que la dejé marchar.
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365 días de puro arte.
PoetryLa guerra de mente y corazón en prosa y lirica. #1 en mente.