Prólogo

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Era una noche oscura, muy oscura. Nadie caminaba por aquella calle, nadie salvo un solitario alfa que se perdía en sus pensamientos.

O al menos, eso pensó el hombre que doblaba la esquina de aquella calle para introducirse en un para nada iluminado callejón. Miró dos veces hacia atrás, asegurándose de que aquel alfa no le seguía más, y entonces sacó la pistola del pantalón vaquero que lucía.

Sin embargo, en la noche todos los gatos son negros, y cuando el portador de la pistola se giró, se encontró de cara con el alfa que le seguía, que también sostenía entre sus manos una pistola, salvo que esta se encontraba cargada y apuntando a la cabeza del otro. 

-¿Quién eres?-imploró el primero de los hombres, aquel que estaba siendo apuntado por un arma-. Por favor, yo... No he hecho nada malo, de verdad... 

-¿En serio? Eso díselo a las pobres omegas a las que violaste.

El disparo resonó por todo el callejón, el sonido chocando contra las paredes. 

Por si no te lo olías, sí, aquel hombre al que estaban a punto de disparar en la cabeza, murió. 

La sangre se esparcía un poco por el suelo, pero el alfa que se encontraba allí ni se inmutó. Simplemente se limitó a salir del callejón y dejar ahí el cadáver. Ya lo encontraría la policía al día siguiente. El alfa tenía algo más importante que hacer como para limitarse a quitar cadáveres del medio. Tal vez era un asesino un tanto descuidado, pero eso no es un problema cuando la policía no te persigue y no sabe quien eres. Devolvió la pistola al bolsillo del pantalón de cuero negro que vestía y continuó la calle por la que antes había seguido a su víctima. 

-¿Hola?-una voz dulce resonó por aquella solitaria y oscura calle.

El alfa sonrió ante la presencia de aquella dulce, aunque algo asustada, voz. Sin embargo, pronto se escuchó un pequeño ruido, tal como el de un omega asustado, y el alfa corrió hacia el dueño de la dulce voz.

Lo encontró sentado en el suelo, con la espalda recargada contra la pared y las piernas pegadas contra el pecho. Lloraba, asustado. El alfa lo miró, algo preocupado, y decidió sentarse a su lado, para después pasar un brazo por su hombro, protector. El omega le miró, algo asustado, pero cuando comprobó quién era, se relajó. 

-Venga, amor,  no llores más-dijo el alfa en cuanto le cogió. 

El omega se pegó más contra el cuerpo del alfa, abrazándose a él y agarrándole de la chaqueta con estampado militar que llevaba. El otro simplemente pasó su brazo libre por la fina cintura del omega, pegándolo a su cuerpo fuertemente, tratando de consolarlo. 

-Ya estoy aquí, mi amor-susurro el alfa débilmente-. Ya no tienes nada por lo que preocuparte, pequeño. Venga, Jiminnie, vamos a casa.

El llanto del pequeño omega cesó, y miró al contrario a los ojos. 

-¿Yoongi?-pronunció el omega. 

-¿Sí, mi amor?

-Te amo.

-Y yo a tí, bebé. ¿Vamos a casa?

-Vale-dijo muy, pero que muy bajito.

El alfa solo tomó al omega del mentón y lo besó cálidamente.  

El verdadero motivo (Yoonmin)Where stories live. Discover now