2.- Bellas Flores Silvestres

102 5 2
                                    

Estaba tranquilamente descansando, mi pequeño ángel estaba en su habitación practicando uno de sus instrumentos más preciados, el piano, ella adora su sonido, pasar sus pequeñas y delicadas manos por sobre las blanquecinas u oscuras teclas, y dejar que todo el sonido fluya, esto lo hacía siendo supervisada por Bernadette, una sirvienta la cuál le hace compañía a Lenore cuándo yo estoy ocupado o agotado, ellas dos se llevan bien, son cómo un par de hermanas muy unidas, Bernadette es cómo el tipo de chica que peinaría todos los días a su pequeña hermana, la maquillaría, le prestaría de su ropa y la ayudaría en todo, cómo una hermana mayor muy amorosa, y Lenore... Es el tipo de chica que lloraría por que las serpientes no tienen brazos, intentaría salvar a un pez de morir ahogado y pondría una tortuga terrestre al mar pensando que era una marina... Simplemente es muy inocente e indefensa, por eso mismo debo protegerla a toda costa.

Me dio mucha intriga el libro que estaba leyendo mi princesa, por lo cual decidí leerlo yo también, "orgullo y prejuicio"... Es buena historia... Mientras continuaba una serena, tímida e infantil voz me interrumpió -h-hey Dereck... ¿Cómo estás?- aquella voz provenía de una pequeña pelinegra, con ojos azules, un azul profundo que sientes como te penetra al posarse sobre ti, azul índigo, con un pelo muy rizado, tomado en dos coletas y un flequillo un poco más abajo de la altura de las cejas, y su cara llena de llamativos y pequeños puntos cafés, llena de pecas. Detrás de ella estaba ocultando algo, ya que se le veía algo inquieta, suele desviar la mirada y mover mucho sus pies cuándo oculta algo, además de tener sus dos manos detrás de su espalda, ella sin dudar era la pequeña Amelie Brown. -Hola Amelie ¿que es lo tienes? - le cuestione, por lo que su rostro tomó un leve color rojizo y agacha la cabeza, mirando hacia un lado, luego toma un poco de confianza aparentemente, ya que levanta su cabeza y extiende sus brazos hacia adelante, con un pequeño ramo de flores hecho a base de flores silvestres de variados colores y una pequeña rosa, la cuál no tenía espinas - Te quería dar esto... Te he visto muy ocupado y pensé que un pequeño regalo te gustaría... Mi madre me estaba enseñando un poco de jardinería, así que yo misma le saqué las espinas a la rosa, espero te guste- Sin dudar tomé el regalo entre mis manos, le di una sonrisa y le agradecí, me sorprendió bastante que tuviera la iniciativa de seguir los pasos de su madre, la jardinería. Su madre al igual que su pequeño hermano son los jardineros de la mansión, y a pesar de apenas tener 7 años, el hermano de Amelie ayuda bastante a su madre con tareas sencillas cómo regar.

Cuándo iba a retomar mi lectura note que la pecosa pelinegra se ponía tensa, miraba hacia abajo con la mirada perdida y sus manos tiritaban, pronto entendí el por qué, por fuera del pasillo se escuchaban gritos, un pequeño escándalo por parte de nuestros jefes... Emory y Adele Edevane, el griterío se escuchaba cada vez más cerca, lo único que pude hacer fue tranquilizar a Amelie, suele asustarse con estas situaciones, muchas veces me lo ha manifestado. Cada vez más cerca, hasta que de golpe se abre la gran puerta de la biblioteca, y se ven dos figuras... Una esbelta y blanquecina figura, con un vestido de color verde, hombros descubiertos, mangas anchas y largas, una faja a la cintura y el vestido cae ampliamente hacia abajo, con sus rubios cabellos hechos rulos medianamente amarrados, con un semblante de altanería, una frívola mirada verde y labios rojizos, ella es Adele Edevane, junto a ella estaba su marido, una figura alta y esbelta, vestido de forma elegante, con sus cenizos cabellos peinados hacia atrás, y sus ojos azules parecían los de una fiera, la cuál va a destrozar cualquier cosa a su camino, la cuál se va acercando y se abre camino hacia cierta pelinegra con ataque de nervios, la cuál para su mala fortuna justo estaba parada frente de lo que el quería, estaba parada frente a unos documentos que estaban archivados en un estante, ni corto ni perezoso se abrió su camino empujando a Amelie hacia un lado sin ningún tipo de cuidado, mientras su esposa le gritaba que ella merecía más que un hombre que no le presta atención, y el le responde que el se merecía algo más que una buena para nada, que sólo sabía quejarse y exigir sin dar nada a cambio y que lo deje trabajar en paz, procedió a sacar sus documentos y marcharse sin ni siquiera mirar a la pequeña que yacía tirada en el piso con lágrimas en los ojos, dejando a su mujer con una notable rabia, rabia que todos los presentes sabían que iba a descargar en nosotros, ya sabiendo que es lo que iba a pasar y adelantandome recogí del suelo a Amelie e intente calmarla, pero de nada servía que aquella mujer nos gritara que éramos unos buenos para nada, que ojalá nos hubiera dejado tirados en las calles muriendo de hambre y que nunca hubiéramos conseguido este trabajo, seguido ella se acerca hacia mi, no me sentía intimidado, aquella mujer con tacones altos apenas me llegaba a la nariz, así que no sentí miedo por mi, y ella al ver el pequeño arreglo floral que sostenía entre mis manos, lo primero que hace es arrebatarmelo de las manos y aplastarlo con sus zapatos. Cuándo vio que el "trabajo" ya estaba hecho, se decidió a dar la vuelta y marcharse sin antes gritar que nosotros tendríamos que limpiar eso.

Me sentí afligido al tener a una pequeña de apenas 11 años llorando desconsoladamente a mi lado, la cuál estaba tirada en el suelo, recogiendo lo que en algún momento fue un pequeño pero adorable arreglo floral, no me podía quedar de brazos cruzados, así que la ayude a levantarse, ayudándole a limpiar el desastre floral del suelo, pero después de todo la rosa quedó casi intacta -Perdón Dereck... Lo único que quedó fue esto... - me extendió su pequeña y frágil mano la cuál sostenía la rosa, le sonreí cálidamente y le respondí -tengo guardado un florero en mi habitación ¿me acompañas a dejar la flor? - tras decir esto las lágrimas cesaron y fueron cambiadas por una sonrisa acompañada por un gran "Si".

Dicho y hecho, me acompaño a mi habitación y dejamos la pequeña flor, al menos logré subirle un poco el ánimo a la pequeña

. - Dereck?. - Me interrumpió una dulce voz
. - ¿Qué sucede pequeña?
. - ¿Por qué la señora Adele es así? Ya sabes... Tan cruel
. - Ella lo tiene todo, y al mismo tiempo nada... Eso lo hace sentir miserable, y para manejarlo, hace sentir así al resto
. - ¿ Cómo sabes eso? Y además... No entiendo cómo tener todo y nada
. - Le falta lo más importante, además yo estoy desde que nací en esta mansión, se muchas cosas
.-¿De verdad estás hace tanto?
. - Mi mamá trabajaba acá antes de tenerme, y al fallecer mi madre, los Edevane me acogieron como sirviente
. - ¿Tu mami murió? No lo sabía.... - Puso un gesto de tristeza y pena, agachando su cabeza, no quería hacerla sentir mal, así que me agaché a su altura y la mire a los ojos mientras le sonreía
. - Fue hace muchos años, yo tenía menos de tu edad... Fue por las mismas fechas que lo del joven Spencer...
. - ¿Spencer? ¿Quién es él?. - oh no... He revelado un cruel secreto a unos inocentes y curiosos oídos los cuales no quedarán en paz hasta saber la verdad
. - Es un pequeño secreto... Algún día quizás sepas quien era, no estás lista aún para saberlo

Dicho eso, procedimos a salir de mi habitación y caminamos por el amplio pasillo hasta el tocador, dónde ayude a la pequeña Amelie a lavar su rostro, tras secarlo con una toalla esbozó una radiante sonrisa y me dio un cálido abrazo. - Gracias Dereck, eres el mejor, envidio a Lenore, ella te tiene de cuidador, ¡yo también quiero a un cuidador cómo tú!. - Aquellas palabras me parecieron demasiado dulces, le acaricié la cabeza y le respondí cálidamente con un "Pero somos amigos, y siempre estaré para cuidarte, tanto a ti cómo a la señorita Edevane, y cómo te cuido, creo que es hora que vuelvas al trabajo, no creo que quieras un regaño de la señora Hernestine o de tu madre, o peor aún, un regaño de la señora Edevane, así que vuelve al trabajo, ya va a ser la cena y hay que poner la mesa"

Oh Lenore, mi bello lirioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora