Me encontraba en un mundo muy lejano. Era un mundo en el que todos hemos estado, o quizá no.
Estaba en el mundo de lo bueno y lo malo, en el mundo dónde existe una pequeña línea que separa la realidad de la ficción.
Y yo estaba en el mundo de la melancolía, con la antigua creencia de amanecer con ojeras de corazón roto durante tres días y llorar durante dos noches. Era lo justo.
No me quería quedar varada en ese momento de mi vida. Debía seguir. Y eso iba a hacer.
—Valeria —llamó una voz.
Quería arrancar muchas hojas del libro de mi vida y volver a empezar. Pero no podía.
Habían reglas imposibles de romper en este mundo.
—Valeria —repitió la voz.
—¿Sí? —a duras penas podía abrir los ojos, era el casancio o las lágrimas las que me impedían estar en el mundo real.
—Valeria, levántate, se nos hace tarde —cuando al fin logré abrir los ojos vi a mi hermano mayor intentando despertarme.
—¿Tarde para qué? —mi voz sonaba adormilada, pero logré despertar cuando vi maletas en el suelo—. Estás... ¿estás planeando algo?
—Nos vamos de viaje, dormilona —rió mientras se colocaba bien un abrigo—. No es que nos vayamos al otro lado del mundo, pero vamos a ir a tu lugar favorito.
—¿La playa? —asintió con emoción—. ¡No quiero ir!
Me volví a recostar en mi cama y me cubrí con una sábana.
—Salir te va a hacer bien, además, voy a llevar a Alejandra.
—¿Alejandra?
Ya entendía lo que estaba pasando. Mi hermano quería ir con su novia, Alejandra, a la playa.
—Vamos hermana, nos vamos a quedar una noche en los hostales, así que es mejor que empieces a empacar —dijo antes de salir de mi habitación.
Cuando me quedé sola revisé la hora. Eran las seis de la mañana.
En otras circunstancias no me quejaría de ir a la playa, pero en estos momentos no quería otra cosa que estar sola en mi habitación llorando mientras miraba una película romántica.
No quería levantar sospechas de mi repentina tristeza, así que accedí.
Llené mi maleta para una noche y me bañé rápido.
Intenté peinarme rápido frente al espejo. Mi reflejo era borroso. Era una imagen invisible de mí que yo no conocía.
—¿Ya estás lista? —entró mi hermano a mi habitación.
—¡Deja de hacer eso! Antes de entrar toca la puerta —sonaba como una niña caprichosa, pero no era así. Era simplemente que no estaba en mi mejor momento.
—Tranquila, sólo venía a avisarte que Daniela va a ir con nosotros también.
—Me alegra que hayas pensado en una acompañante para mí en el viaje.
Daniela es mi prima favorita y me alegraba que fuera mi compañera de viaje, al menos tendría una alegría en medio del abismo.
Salimos justo a las nueve de la mañana. El cielo estaba nublado, como si mis sentimientos se hubieran puesto de acuerdo con el clima.
—¿Y bien? —el carro se empezó a mover por las calles de mi ciudad, alejándonos de todo, alejándonos por un momento del lugar de mis recuerdos.
—Y bien... ¿qué? —reí al respoderle a Daniela.
Ella y yo íbamos en la parte trasera del carro, Santiago iba manejando y Alejandra iba de co-piloto.
No me agradaba mucho su novia, realmente yo prefería a la anterior.
—¿Que sucedió ayer? —dijo con una mirada pícara.
—¿Ayer? —¿cómo explicar lo que sucedió la noche anterior?—, no lo sé querida prima, sólo le lancé una bofetada a Joel después de verlo besar a Joselyn en frente de mí, y después rompí con él.
Sentí enojo. Me crucé de brazos mientras observé la mirada incrédula de Daniela.
—¿Qué? —pregunté como si fuera la cosa más normal del mundo.
—¡Turn Down For What! —dijo a gritos Daniela.
Estallamos en carcajadas. Creo que todos nos quedamos sordos en el auto. No me imaginaba cómo iba a estar el viaje de cuatro horas y media.
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Destino o Casualidad [PAUSADA]
Teen FictionElla era poesía, él era universo. Estaban perdidos entre galaxias hasta que un día la Luna los vio. Sonrió, cómplice de su destino. Era una noche melancólica ambos vieron el cielo de madrugada, ambos de pie sobre la cornisa, eran tan sólo dos a...