Capítulo 3.

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Madison Young me explicó lo que  debía saber. Estábamos en Junio y mi familia planeaba un viaje en coche desde San Diego hasta Big Sur. Estábamos pasando por la zona de Lost Hills, por un puente viejo y oxidado. Hacía años que nadie pasaba por ahí.

En California solía haber terremotos pequeños, pero ese día hubo uno de 5'5.
Recuerdo que mi padre lo notó y por los nervios quiso aparcar la furgoneta. Chocó contra la  baranda protectora y arañó las puertas derechas del auto. Temblores en el frágil suelo obligaron a mi padre a seguir. Con los nervios a flor de piel, pisó el acelerador en lugar del freno. Nos empotramos contra el hierro y saltaron los airbags.

Yo no me había dado cuenta, pero mis padres estaban tomando sus últimas bocanadas de aire antes de fallecer, ya que tenían el pecho oprimido y completamente desfigurado.

Como acto reflejo Jack abrió su puerta izquierda y salió a aferrarse a la barandilla de hierro. En cambio, Alexa creía que podría salvar a mis papás, por lo cual se quedó dentro.

Me agarré bien fuerte a Jack, mientras el suelo no paraba de tambalearse.

Vi como el suelo del puente se desprendía, dejando caer la furgoneta de mis padres con ellos y mi hermana dentro, al vacío, donde luego se prendió en llamas.

Estaba tan anonadada observando el panorama, que casi no me doy cuenta del grupo ahogado que soltó mi hermano mayor al caer a la arena, donde se perdió en las llamas.

Yo estaba demasiado débil para moverme o para gritar en busca de ayuda, así que me limité a aferrarme con mi vida a esa barandilla oxidada al borde de un abismo de llamas.

Me limité a mirar a la nada pensando en todo.

Al pasar 5 horas unos helicópteros me encontraron y me sedaron hasta quedar dormida para poder curarme las heridas.
Me desperté al cabo de una semana, tiempo suficiente para que el mundo se enterara de mi "triste" caso.

Y ahora estoy aquí, en un hospital mental y próximamente en algún tipo de orfanato.

Madison Young me dió a elegir tres opciones:

1) Ir a España con mis abuelos maternos.

2)Ir a un orfanato en Florida.

3)Vivir un año en San Diego, pero en la casa de los hijos de una amiga de mi padre la cual había muerto dejando a sus hijos:
1) Huérfanos.
2) Con mucho dinero.
3) Con una asistente personal.

Personalmente, no quería ir a España a ver morir a mis abuelos, que ya eran muy ancianos. Tampoco me hacía mucha gracia ir a un orfanato, y mucho menos en Florida.

¿Por qué? Si algo había aprendido di mi madre era que fue una cagada. Le daban miedo los tiburones, tsunamis, meteoritos, tormentas tropicales, huracanes, y en general, catástrofes naturales.

América no es un buen lugar para personas de este tipo, porque aquí es propenso que te ocurra todo esto y más. Pero el amor puede con todo.

No creo que se sintiese muy segura donde hay al menos un huracán al año; así que descartado

Tampoco estaría mal irse a vivir con los Brown. Ese era su apellido. Tuvieron 2 hijos; uno de mi edad y otro de unos 13 años. Los veía a veces de pequeña, pero no hablamos mucho. El señor Brown murió de un infarto muy joven, y la señora Brown estaba ausente en la familia.

Era productora y amiga de mi papá. Estuvo desaparecida y la encontraron muerta en Brasil. 

La asistente de la familia cuida de los niños. No recuerdo sus nombres. Tienen una casa enorme y muy bonita. Es lo que pasa cuando tienes millones.

Creo que eligiré vivir con ellos. En fin, tengo 17 años. En cuanto alcance la mayoría de edad podré vivir sola e ir a una buena universidad.

No tengo otra opción mejor. Está cerca de mi casa, del centro de San Diego y viviré con ese chaval de mi edad.

Le comuniqué a Madison la decisión y me dijo que los Brown están encantados de darme alojamiento en su casa.

Pero yo tendría que ir a la mía a recoger mis cosas.

MIRANDO A LA NADA PENSANDO EN TODODonde viven las historias. Descúbrelo ahora