Eight Souls

❝Praeludium❞

La mañana era soleada, habían pasado unos cuantos días sin llover, pero eso no era gran problema ya que había un río cerca de la aldea donde se ubica nuestra historia. Era un lugar simple, con gente simple y de vida simple, no solían ver más allá de lo que tenían, pero así eran felices, sin drama ni preocupaciones más allá de las de todo el mundo, que si fulana se hizo novia de menganito, o si aquella le fue infiel a este, que mengana le robó la pareja a sutana, y así sucesivamente, pero, fuera de aquellos chismes cotidianos nadie salía de su rutina. Tampoco llegaban muchos forasteros, pero es que al ser una minúscula localidad en medio de un bosque al pie de una montaña que apenas contaba con uno de cada organismo necesario para la vida de un ser humano a casi nadie le apetecía ir a aquel lugar donde solo había un pequeño mercado, un restaurante, un hospital algo reducido, una tienda de ropa, una farmacia, además de una escuela que cumplía con enseñar preescolar, primaria, secundaria y preparatoria, una zapatería y una posada de seis habitaciones.

Era esa clase de lugar a la que sólo entras si estás perdido, y no es una exageración, pues ya los pobladores tenían un protocolo para personas perdidas para cada vez que vieran a alguien entrar ya que esa es la verdadera razón por la que alguien termina en ese pueblito.

En fin, como decía, era una mañana soleada, y una jovencita llamada Nathalie, de unos dieciséis años, totalmente llena de energía, se encontraba arreglando un pequeño local, específicamente el de la tienda de ropa que era realmente una sastrería y boutique; Nathalie era la costurera del pueblo, una jovencita amable, se reía de todo pero también era muy sensible y era muy propensa a llorar por cualquier cosa, solía ser dedicada y perfeccionista en sus labores, no toleraba el error y te convenía no hacerla enojar ya que, muy en su interior, tenía un mal genio de temer. Preparada para abrir la tienda, Nathalie se encontraba dándole los últimos detalles a la exhibición que tendría durante esa semana (o hasta que alguien quisiera comprar aquellos ropajes que con dedicación había diseñado).

Mientras tanto, al otro lado del pueblo, en el mercado, se encontraba Andrew, un chico un poco más joven que la anterior, con sus quince años era el dolor de cabeza de casi todos en el pueblo, con sus incesantes travesuras a todo y todos le causaba problemas a más de uno, en especial las monjas del internado donde él se alojaba, ¡Y mejor no hablar de la madre superiora! A esa mujer le había la vida a cuadros, sin embargo, así se divertía él, y nunca está de más un poco de diversión.

Activa y glamorosa como siempre se encontraba Irina, dando una caminata matutina para esperar la apertura de la única boutique del pueblo, aquella damisela de diecisiete años, casi dieciocho,  era una joven extremadamente inteligente, tenía un gran sentido de liderazgo y un ligero amor por los zapatos, sin embargo, no había mucha variedad en la única zapatería del lugar, ya que el dueño era un anciano con un gusto pasado de moda, sin embargo, una base simple estaba bien ya que Irina o se las ingeniaba sola o enviaba a sus zapatos por un pequeño retoque de pedrería o detalles bordados en la boutique, al fin y al cabo, conocía a Nathalie desde hacía ya unos años, era una valiosa clienta y la menor prácticamente ya no podía decirle que no.

Por otro lado teníamos a Ashley, malas lenguas decían que estaba loca por múltiples comportamientos que demostraba en público, sin embargo, no estaba demente, simplemente era muy espontánea, decía las cosas como eran y no le importaba en lo más mínimo lo que dijeran de ella; tenía el valor de ser tal cuál su corazón le dictaba y eso causaba envidia a la gente del pueblo, que vivía reprimida pensando en el "que dirán" todos los demás.

No podemos olvidar tampoco a la pareja dispareja, Gemma y Henry, nadie supo en que momento con exactitud empezaron, ni tampoco cómo era que seguían juntos, pues al escuchar un montón de peleas sin cesar, era cuando sabías que ellos por las calles han de pasar. Sin embargo, cuando los captabas en sus etapas de romanticismo, eran momentos hermosos y muy tiernos, la risa de Gemma era algo digno de oír y ver con tus propios ojos, pues era una de las más hermosas de aquel pueblo, y el sentido del humor y picardía repentina de Henry eran algo alucinante.

En su hogar, siempre estudiosa podías encontrar a Valerie, con su vasto conocimiento en múltiples idiomas, alguien diligente y con un pequeño signo de timidez, rara vez la veías entablar conversación con la gente del pueblo, sin embargo, habían personas que la captaban charlando con Andrew de vez en cuando. También, conocía mucho de libros, tenía tantas manifestaciones literarias plasmadas en la mente que era difícil que cualquier cosa que viera no le recordara a alguna cosa que haya leído, muchas veces se ha encargado de señalar las referencias que de repente se le ocurrían al transcurrir diferentes hechos. Siempre que alguien tenía una duda trataba de acudir a ella, pues era un poco arisca, sin embargo si notaba verdadero interés en la persona que iba a verla, aceptaba en impartirle algunas lecciones.

Por último pero no menos importante, encontramos a Charlie, la joven misteriosa del pueblo, con sus diecinueve años tiene algunos secretos guardados para ella misma, vive en el bosque, nadie sabe si al aire libre o en una cabaña, sólo se sabe de ella que es una hábil cazadora y suele venderle sus presas al pueblo para obtener dinero y subsistir, poco se sabe de ella, sólo lo que ya se mencionó debido a que no conversa con nadie, sin embargo, lo más probable es que esto no permanezca así por siempre.

Y así, ese día transcurrió con normalidad, cada quién en sus asuntos, realizando sus labores cotidianas y enfrascados en sus rutinarias vidas sin saber que al día siguiente, todo iba a dar un vuelco que cambiaría todos sin que ninguno pudiera evitarlo.