❝Prius❞

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Lo primero que había escuchado Nathalie al despertar habían sido los gritos desesperados de sus vecinos en el exterior de su casa, sintió un olor a quemado colarse en sus fosas nasales y sólo allí fue que despertó, totalmente alterada, algo grave había pasado, fuego, un incendio; no sabía la magnitud, pero por como escuchaba los gritos, debía ser algo grande, lo suficiente como para causar pánico.

Se levantó de su cama corriendo y a todas prisas de acercó al clóset que se encontraba frente a su cama, y con acciones algo torpes buscó la vestimenta más cómoda que tenía; un vestido simple, al cual, por ser práctica, acompañó con un par de pantalones, en sus pies se colocó unas botas marrones de piel y tomó un abrigo algo grueso ya que no sabía que podría pasar y no quería que el frío la atrapara desprevenida. Se recogió el cabello en una coleta y salió de su casa sólo para encontrarse con el infierno.

La hilera de casas que antecedían a la suya se encontraban ardiendo una por una, todas eran de madera por lo que el fuego las consumían sin que nadie pudiera hacer algo por evitarlo; además, la madera estaba seca, ya que en esa madrugada se cumplían cinco días sin una pizca de lluvia, además de que en las mañanas el sol brillaba de manera casi tortuosa, cegando a las personas que allí vivían.

Nathalie se sentía impotente, no podía hacer nada, no si quería mantener aquel secreto a salvo, porque es que, en un mundo donde la magia existe pero personas como ella eran cazadas a penas sabían de su existencia no había mucho que hacer.

Nathalie era un ser denominado como "portador", los cuales eran seres mágicos que, además de esto, albergaban en sus cuerpos el alma inmortal de un ser mágico superior, como por ejemplo, nuestra querida sastre era el recipiente de la esencia de Titania; la reina de las hadas. El por qué cazaban a los portadores era una historia larga, lo que si se puede comentar es que ellos eran naturalmente más poderosos que un ser mágico promedio, por lo que Nathalie podía acabar con el incendio si quisiera, sin embargo, al hacerlo, probablemente desataría una cacería en su contra, y eso era algo que la mismísima Titania Le había especificado que debía evitar.

—¿Dónde están los elementales de agua?—Se preguntaba la joven internamente comiéndose las uñas.

Todos podían dominar la magia de los elementos, cualquier elemento, sin embargo, habían personas que se especializaban en uno sólo, buscaban explotar cada propiedad del elemento a elegir y a estos seres se les llamaban "elementales".

Nathalie estaba segura que con unos siete elementales de agua podían parar el incendio, o con cinco de fuego que mantuvieran el incendio bajo control mientras que uno de agua iba apagando todo, pero nadie hacía nada, simplemente se inundaban en pánico mientras corrían en dirección contraria al fuego, a la plaza de la ciudad. Cerca a la hilera de casas en llamas notaba a gente que no se apartaba y se veía un poco más desesperada que el resto.

—Me voy a arrepentir de esto—Refunfuñó la joven corriendo hacia el mar caliente de tonos rojos y naranjas.

El humo llenaba sus fosas nasales y empezó a tocer, cubrió su nariz y boca con un brazo y se adentró aún más sintiendo el calor abrasador en todo su cuerpo.

Nathalie vivía cerca del orfanato, es por ello que su corazón casi se detiene al notar a la Hermana Blanca llorando en las puertas del orfanato a punto de quemarse ella misma.

—¡Hermana Blanca!—Exclamó la joven preocupada—¿Qué hace? ¡Debe ir a la plaza!

La monja sollozó con un poco más de fuerza—Andrew... Está adentro, no lo encuentro pero escucho su voz.

Nathalie se dispuso a entrar con pasó decidido pero la hermana la detuvo.

—Es muy peligroso, Nathalie—Le dijo—No puedes entrar allí.

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⏰ Última actualización: Apr 01, 2020 ⏰

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