" El dulce porvenir se envolvía entre una tonalidad grisácea para oprimir los sueños y así desvanecerse.".
– Ash, ¿te gusta el invierno?.
Un joven de cabellera rubia, miró de reojo a su compañero pelinegro, quién lo cuestionaba de manera repentina. Esbozando una tenue sonrisa, tornó nuevamente la mirada hacía un enorme árbol que se hallaba frente a ellos. Observándolo con detenimiento, podía darse cuenta de cómo es que casi todas las hojas estaban cubiertas de nieve. Percibiendo con ligereza, una pesadumbre que comenzaba a invadir su interior, emitió un suave suspiro, dejando ver una pequeña nube de humo ante el frío que hacía. Los recuerdos comenzaban a invadirlo, queriendo atormentarlo mentalmente, como diminutas agujas; lastimando el alma de un ser inocente, de un ser corrompido por la maldad humana.
– Probablemente. Es la época que más se asemeja a lo que soy.
Comentaba Ash con naturalidad, mientras juntaba ambas manos, y las frotaba, con la intención de sentir un poco de calor. Sin embargo, para su sorpresa, el ajeno se posicionó delante de él, y cubriendo ambas manos con las de éste, le brindaba una calidez satisfactoria. El dulce roce de los dedos del contrario con su piel, ocasionaba que por una razón que su corazón comenzará a palpitar más de lo habitual.
– Eiji, no es necesario.
Tratando de negarle a su mente sobre la satisfacción culposa que tenía, no se permitió verlo en ese instante. Y no era para menos, las emociones las resguardaba siempre para él, y por más egoísta que fuera, lo hacía para evitar salir lastimado. Siempre había sido aquella voz silenciosa que tendía a dejar que el dolor fuera su segundo hogar, que la amargura su mejor amigo, y el desprecio su sombra.
Estaba preparado para percibir el rechazo de Eiji, ante su comentario. Pero, nuevamente lo dejó atónito la acción del ajeno al darle un inocente, y fugaz beso entre sus manos.
Levantando la vista, pudo encontrarse con los hermosos y radiantes ojos del joven, por lo que Ash de manera involuntaria acortó la distancia entre ambos, con la intención de obtener un poco más del otro, queriendo averiguar porque él era distinto a los demás.– Lo necesitas, deja de quejarte.
Eiji exclamaba rápidamente, ganándole la oportunidad de poder decir algo. Retirando ambas manos con suavidad, deslizó la diestra entre la mejilla ajena; palpando con la yema de los dedos la suave piel, se permitía lo impensable. Darse la oportunidad de tener un acercamiento más que de lo habitual.
Notando como las expresiones de Eiji cambiaban, y detonaban un rubor, Ash entendió lo que tanto le daba vueltas en su cabeza. Más que atracción, era un sentimiento profundo, haciendo que la pesadumbre se tornará soportable. Pero, ¿era mutuo?.
Aproximando lentamente su rostro con el ajeno, postró un beso en los labios de Eiji. Al no recibir una negativa, cerró los ojos, y continuó saboreando los deliciosos y carnosos labios del contrario. Suspirando entre éstos, quería dejar una delicada huella para que él no pudiera olvidarlo, para que ese momento no se transformará en algo efímero, y perdurará en una eternidad ficticia.
Sumergiendo su húmeda lengua entre la cavidad del joven; jugueteaba con la del chico, haciéndolo suyo. Después de unos segundos, decidió terminar poco a poco con ello, y se alejó con sutileza. Sonriendo, relamió sus belfos, y descendió hasta la frente de Eiji, dejando un último beso. Eso, era lo único que podía ofrecerle, una agridulce quimera, pues el tiempo era su enemigo, y el destino no les favorecía. Pero de algo estaba seguro, y eso era que, al final de toda la negrura que existía en su ser, al final, todos esos momentos que había pasado a lado del chico, le había dado la oportunidad de tener lo que nunca había obtenido, y eso era libertad. La libertad de poder ser él, y nadie más. La oportunidad de que alguien lo mirará sin juzgar su pasado, sin tener que abrir viejas cicatrices, por el contrario, parecía que la esencia del joven, lograba que el pasado, no fuera más que un mal recuerdo, que no fuera más que una pequeña piedra en su camino.
Por eso, Eiji siempre sería su único ángel, su primer e único amor.
Fin.
Es la primera vez que hago una historia así, espero que les guste.
Este pequeño fragmento, está dedicado a la página El Lince de New York, y a los bellos seguidores de tan hermoso anime/ manga.