20. Jaemin

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(Si alguien sabe francés, corríjanme las frases, thank)

Lo seguí fuera del salón. Varios pusieron sus miradas sobre nosotros... dos chicos saliendo juntos públicamente era algo nuevo de ver para toda la población estudiantil en nuestro pequeño instituto privado. Me incomodaba, me hacía sentir como si fuese algún animal dentro de un laboratorio. Un animal herido cuya correa era sujetada por el demonio que, a diferencia de mí, andaba por este sitio repleto de moralistas juzgadores con sus hombros relajados y la confianza instalada en sus pasos.

A veces envidiaba lo fácil que le era andar por todas partes como si fuese un rey intocable. Yo en cambio era el bufón de turno que no se sacaba su disfraz ni para ir al baño.

En otro momento de nuestras vidas me hubiese sentido bien a la par de él, porque siempre había creído que Jeno era capaz de protegernos a los dos. Supongo que fue uno de mis mayores errores... al final del día, soy quien debe ponerse la armadura y custodiar mi corazón.

No nos detuvimos en el primer piso, dobló por el corredor, donde las luces estaban apagadas porque los puestos del festival terminaban allí. Subió las escaleras y yo me detuve en el primer escalón. Miré su espalda, los músculos flexionarse al caminar, la molesta etiqueta que sobresalía del cuello de su camiseta. Se detuvo en la mitad, giró su cuerpo y chasqueó la lengua.

-No te quedes atrás, está oscuro arriba.

Apreté el borde de mi suéter antes de seguir moviéndome.

Las escaleras subían hasta el cuarto piso, pero no nos detuvimos ni en el segundo o el tercero. Creí que lo haríamos en el cuarto, pero recorrió el pequeño pasillo que yo conocía de memoria y abrió la blanca y pesada puerta de la terraza.

-Entra- dijo.

-¿Es necesario hablar aquí?

-Solo entra, Jaemin.

Miré hacia las escaleras sumidas en la oscuridad, temeroso de que algún profesor pudiese descubrirnos aquí. Le miré a él, que sacó la cajetilla de cigarro de su bolsillo y jugó con el encendedor. Quería preguntarle qué pensaba hacer si alguien nos descubría aquí arriba, quería saber a cuantas personas había traído a este sitio y qué significaban para él. Quería saber cómo era capaz de acumular tantos silencios y nunca gritar de vez en cuando, yo me estaba desmoronando con solo pensar en lo que dirían o lo que harían a nuestras espaldas.

No me gustaba ser así, lo odiaba en realidad, pero era tan difícil cambiarlo que solo lo dejaba estar. Y eso era deprimente en verdad. Caminé hasta el medio del techo blanco, frotando mis brazos y juntando las rodillas. Hacía frio aquí arriba. La noche se desplegaba por encima de nosotros, tan oscura y brillante como el fulgor del fuego al encender el cigarro. Tuve piel de gallina cuando pasó por mi lado y se recostó en bordé de la terraza, como si no les temiese a las alturas, como si pudiese manejarlo todo.

-Gané- dijo.

-Lo sé, estuve allí -le respondí.

¿Solo quería jactarse de su victoria? Bien, por lo menos no parecía querer tirarme por la cornisa.

-Merezco mi premio ¿Cierto? - cruzó los tobillos, las zapatillas gastadas y el borde enrollado de sus jeans me llevaron a un recuerdo perdido.

-No acepté ese trato. -dije, evitando su mirada.

-Cuestión de percepción. -Una risa cruda vibró desde su pecho -, c'est ironique, tu as dit que tu me détestes, mais tu es ici avec moi*

Mi cerebro sufrió un corto circuito, y el corazón latió desboscado, hasta el punto de que podía sentirlo queriendo escapar de mi garganta. Hacía tanto tiempo que había dejado de usar el francés conmigo que me hizo perder el control sobre mí mismo. Debí lucir realmente estúpido.

Blue - NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora