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Capítulo 12.- El diario de los Tattaglia​

​Jay bajó dando sigilosos pasos por la escalera de roble que descendía hacia la sala de la fraternidad de la gárgola, intentando no hacer ruido alguno para no ser muy notoria su presencia. Había estado en aquellos pasillos apenas una vez cuando iba en primer curso, tras seguir a Boone para informarle que su padre había estado buscándole por el colegio y había tenido que soportar las miradas de confusión y desprecio por parte de los amigos de Boone que se divertían por el pasillo riendo por lo bajo entre ellos mismos. Había sido tan incómodo cuando informó a Boone ya que apenas y se habían dirigido algunas palabras.
Bajó completamente la escalera y enseguida se introdujo por el pasillo, rápido se dio cuenta de que el pasillo a la estatuilla de la gárgola se encontraba completamente vacía, los bancos que se arrinconaban a las duras, frías y plateadas paredes se encontraban completamente disponibles y un silencioso ruido corría por esos pasillos. Las llameantes antorchas que colgaban y arrojaban una luz plateada, iluminaban tenuemente el pasillo y sus llamas generaban una especie de crujido, como si un montón de madera se encontrara encendida. Una sensación de temor se produjo en su estómago, todos los estudiantes del colegio sabían que la zona subterránea de la gárgola era la sala más friolenta y macabra del colegio, pero pocos de ellos se preguntaban el por qué y Jay pronto entendió que se debía a la sensación que producía el observar la sola completamente sola. La sala sin algún miembro en su pasillo, parecía una especie de prisión de piedra dura con unos cuantos bancos que tendrían la finta a las duras camas de piedra que se encuentran en las prisiones, pero aquellas camas no eran más que asientos. La temperatura del piso había cambiado notoriamente y un frío tremendo le recorría el cuerpo, el fuego que se producía en las antorchas pegadas a las paredes no era suficientemente fuerte como para producir calor por el pasillo pese a que eran muchas y además un pequeño ruido parecido al viento, crujía por encima de su cabeza. Jay se detuvo a observar el cielo del pasillo, contenía una altura que llevaba hacia un oscuro techo que se perdía, a Jay no le daba curiosidad saber que había más allá del techo, pero aquel ruido que se producía arriba comenzaba a extrañarle.
​Recorrió el largo pasillo dando pasos muchos más serenos y sin dejar de fijar la vista al frente, donde terminaba el pasillo. Llegó hacia la estatua de piedra tallada que reconocía era la entrada a la sala común de los Tattaglia. Se postró ahí, frente aquella figura, la figura de un atlético hombre tallada de plata pura, que se postraba semidesnudo realizando una extraña figura con las manos, el cuerpo realizaba una posición de egocentrismo como si aquel fuese un hombre posando para su artista. De la zona baja le cubría una corta y tallada sábana que parecía ser la de un mismo ángel que se acordonaba con una especie de cinto que desprendía unas cuerdas metálicas como si fuesen hebras de un cinto muy grande para un cuerpo muy pequeño, y de la zona abdominal, la cual se encontraba tallada, se formaban la especie de cuerpo de un hombre envidiable. La situación cambiaba al llegar a la parte alta, más allá del tórax. De esta se desprendía una enorme y horrible cabeza metálica con cuernos, que despedía una traviesa sonrisa, como si estuviese por realizar la maldad a aquel que observase detenidamente sus ojos, unos ojos tallados por unas piedras rojas que brillaban cada vez que alguien parpadeaba frente a esta. La cabeza en sí, parecía ser la del mismo demonio, aquella figura que desde pequeño uno ha estado acostumbrado a observar en lo libros------- alas negras desprendidas....

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⏰ Última actualización: Sep 19, 2018 ⏰

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