Perdida y en paz

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Estaba ocuro, casi no veía mas allá de sus manos, las ramas de los arboles que intentaba esquivar iban arañandola cada parte de piel desnuda que tenía, hacia frío, y no era de extrañar, una noche, en un bosque, sin ropa de abrigo, y en pleno noviembre, casi parecía una película de miedo, solo pensó, más bien rezó, porque no llegara nadie con un hacha para matarla, seguía andando, no sabía dónde iba, pero solo tenía una meta, lo unico que podría hacerla parar, era llegar hasta esa meta que ella se había propuesto. Siguió a pesar de que estaba cansada, a pesar de que tenía heridas que le escocían provocadas por esas ramas tan frondosas, a pesar de que sus piernas empezaron a fallar hace ya un tiempo.
Y cuando menos lo esperó, ya no había más latigazos por parte de las ramas, había llegado a un claro, allí se tumbó en aquella manta verde que se adornaba con alguna que otra flor, y allí, se durmió, ya en paz, viendo en ese nocturno cielo tan hermoso esas brillantes e hipnotizantes estrellas.

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