PARTE 1《Hueso Duro De Roer》

967 87 74
                                    

La muchacha se levantó de su asiento.
El suelo iba y venía bajo sus pies, al son del mar. Cruzó el estrecho pasillo del barco, traspasando la puerta que daba hacia la parte trasera, expuesta al exterior.

Como todos los viernes, allí se encontraba el hombre que la esperaba, con el mismo sombrero viejo y su gabardina desgastada.
Cerró la puerta, quedando en el aire el sonido de las olas chocar contra la embarcación, y esfumándose el murmullo de la gente que charlaba con trivialidad.

El hombre estaba apoyado en la barandilla, cigarrillo en boca. Ella se acercó, apoyándose de espaldas, a una distancia prudencial.
Bajó la mochila que descansaba en su hombro, abriéndola de manera rutinaria.
Él retiró su cigarro con una mano, escupiendo el humo, mientras preguntaba con una voz profunda:

—¿Cuánto conseguiste esta vez?

La chica se detuvo un momento a pensar, respondiendo secamente:

—Diez.

—¿Mil?

—En fajos de cien.

De su mochila sacó un sobre un poco abultado, enseñándoselo al hombre. Él acercó su mano al pequeño paquete, a lo que ella reaccionó metiéndolo de nuevo en su mochila.

—Tche, quieto. Antes, lo que me debes.

Extendió la mano con la palma abierta en su dirección.
El hombre suspiró una risa y sacó de un bolsillo interno una pequeña caja.

—¡Oh, vamos! Realizamos este intercambio todas las semanas, ¿y todavía no te fías de mí?— Reprochó mientras colocaba la mercancía en la palma de su mano— Después de tantos meses... Al menos podrías saludarme con una sonrisa, y decir: "¡Hola Kenny! , ¿como estás?"

—¡Hola Kenny! Cierra la puta boca y coge el dinero.

Le tendió el paquete con poca paciencia. Kenny abrió la solapa que lo cerraba y echó un vistazo a los billetes cuidadosamente doblados.

—Tan simpática como siempre ¿eh?— Comentó mientras guardaba el sobre— Me pregunto de dónde sacas tanta pasta... Este es un nuevo récord.

—Mi vida personal no es de tu incumbencia. El negocio es el negocio— Cortó las indagaciones del hombre con seriedad.

—¿No soy más que un negociante para ti? Podrías ablandarte un poco...—Lamentó con un tono desanimado— Pillo esa medicina exclusivamente para ti, es complicada de conseguir. Podría haberte dejado tirada hace mucho si fuera otro.

—Tu me das medicina, yo te doy pasta. Es un intercambio, no me estás haciendo un favor.

Todo se mantuvo en silencio durante un par de minutos. El hombre suspiró con pesar, soltando humo, mientras mantenía la vista fija en la espuma que dejaba el barco a su paso.
Trató de volver a entablar conversación con la arisca muchacha, pero al ver que no obtenía una respuesta, susurro seriamente:

—Oye, entiendo que no seas una mujer muy sociable. Nunca me meto en los asuntos de mis clientes pero... Me preocupa tu situación.
¿Para qué demonios necesitas una medicina no legalizada en este país? ¿Estás enferma?

La chica suspiró esquivando su mirada.

—No voy a soltar prenda, Kenny. Me conozco tus triquiñuelas.

El hombre soltó una sonora carcajada.

—¡Triquiñuelas! ¿Qué tipo de palabra es esa? ¡No la he oído en mi vida! ¡Menuda señorita tan culta!

—Andar con negocios sucios no hace que no pueda hablar con propiedad.

—Pero bien que no te cortas al insultarme. Y la gente que se anda con negocios sucios no suele ser muy culta.

《TRIQUIÑUELAS》Kenny Ackerman (One-Shot) VulpexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora