PARTE 2 《Propuesta》

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Pasó una semana, y Kenny esperó pacientemente como de costumbre en el barco.
Pero aquella vez, la chica no se presentó.

Los días siguieron pasando de manera tortuosa, sin haber ningún tipo de comunicación entre el hombre y la muchacha.
Después de tres semanas desde el encuentro en el bar, ella ya daba por hecho que Kenny ya no iría a los encuentros en el barco.
No se había presentado allí, ni tampoco había avisado al hombre de que no iba a ir.

Durante un corto periodo de tiempo, no pudo preocuparse por aquellas pequeñeces.

Pero ahora ya no menospreciaba tanto aquella pequeñez.
Quería como mínimo disculparse ante el hombre, y despedirse de él.
Ya no necesitaba la medicina que él conseguía, así que no tenía sentido encontrarse más.

Ella ya daba las esperanzas por perdidas cuando se subió a la embarcación, asimilando que era muy probable que el hombre no estuviera. Que se estaría ocupando de otras preocupaciones y negocios más importantes.

Pero allí, acunada por el vaivén del barco, le dio un vuelco al corazón cuando divisó el sombrero de aquel sarcástico hombre a través de la puerta translúcida que daba a la cubierta del barco.

Con nerviosismo, atravesó la puerta. La vieja madera del suelo crujió contra sus botas, haciendo que el hombre se sobresaltase.
Kenny le echó una mirada de reojo, y soltó seriamente ocultando un matiz ilusionado en su voz:

—Estoy acostumbrado a que los negociadores lleguen tarde a las citas... Pero a ti te gusta marcar records ¿eh... ? ¡Tres semanas!

La chica se acercó en silencio, y ambos se quedaron mirando fijamente el mar.

—Kenny... Lo sien-...

—Yo también tuve una hermana.

—¿D-disculpa?

La muchacha dirigió una mirada atónita a aquel hombre serio. ¿Por qué decía aquello?

—La palabra que decías... ¿Cómo era...? ¿Triquiñe...?

—Triquiñuelas.

—Eso. Triquiñuelas.

El hombre le dirigió una sonrisa relajada.

—Digamos que no hizo falta que cayeras en mis triquiñuelas... Poco después de que me contactases ya lo supe todo sobre ti.

La chica se sobresaltó. El hombre continuó.

—Sabes que tengo contactos en muchos lados... ¿Verdad? Encargué que me informaran sobre ti.
Me enteré rápidamente de tu situación. Y también de para qué querías la medicina. Un colega cercano trabaja en el hospital en el que estaba ingresada tu hermana menor.
Cuando... Sucedió, hace tres semanas, te llamaron del hospital cuando estábamos en el bar, y por eso te fuiste. No tardaron mucho en llamarme a mí también.

Los ojos de la mujer se abrieron de par en par, se había quedado sin palabras.
El silencio se apoderó de lugar. Pero no era un silencio incómodo.
Kenny esperaba pacientemente a que asimilara lo que le había espetado.
La chica recuperó el habla.

—Si sabías lo ocurrido... ¿Qué haces aquí?

—¿Qué haces tú aquí?

Vaciló un poco antes de responder.

—Venía a despedirme...

—¿No quieres verme más? Sé que espanto a las mujeres, pero pensé que eras diferente...— Dijo sarcásticamente.

—Me voy a mudar a otra ciudad. Venía a avisarte de que no era necesario seguir negociando, pero parece que te has adelantado. Mucho.

—¿Te vas? ¿Por qué, tienes deudas?

—¿Qué? ¡No! Yo... Quiero empezar de cero.

—Hay muchas maneras de empezar de cero. No tienes que poner tierra por medio. ¿Tienes enemigos aquí?

—Ya no tengo a nadie aquí.

Kenny frunció el ceño.

—Te equivocas.

Ambos se callaron durante unos minutos.
La muchacha pensó que el hombre no iba a poder cogerla por sorpresa después de lo que le había confesado, pero se equivocaba.
No pudo predecir lo que le iba a ofrecer.

—Sabes... A veces los lobos solitarios cambian de actitud. Y de repente, empiezan a necesitar compañía de alguna que otra persona.

La mujer le miró sin mover la cabeza.

—Creo que a este lobo solitario no le vendría mal algo de compañía... —Dijo con una mirada melancólica.

—¿A qué te refieres?

El hombre espero unos segundos, y no vaciló en su invitación.

—Ven a vivir conmigo.

A la chica casi le da algo.
Se atragantó con su propia saliva y cuando se recompuso, reaccionó automáticamente de manera no intencionada.

—¡Kenny! ¡Déjate de bromas! ¡Si sigues diciendo esas cosas me vas a matar!

—Lo digo en serio. Los dos estamos solos. No pasaría nada por intentarlo... Y tú todavía eres una inexperimentada en los negocios. Si te dejo sola, te devorarán viva.

La mujer le dirigió una mirada cargada de reproche y orgullo, tomándoselo a mal, olvidando su invitación.

El barco se acercaba poco a poco a tierra.

—Bueno... La decisión es tuya. Estaré aquí la semana que viene. Si aceptas, trae las cosas que necesites, y después recogeremos lo demás. Si no, no importa. Ya estoy acostumbrado a la soledad.

El viento hacía que su gabardina ondease, y la brisa sacudía con gentileza su cabellera.

—Una última cosa.

El hombre se giró hacia ella, y se quitó el sombrero, apoyándolo en su pecho. Ella nunca le había visto quitarse el sombrero desde que le conoció.

Sacó de su gabardina un pequeño ramo de flores, que le tendió a la muchacha.

Con un tono compasivo, confesó:

—Siento lo de tu hermana.

La chica se quedó congelada.

—K-kenny... No tenías que molestarte. De todas maneras, no tengo dónde poner las flores... Su cuerpo fue incinerado...

Kenny no pudo evitar deshacerse de su cara seria, para soltar una carcajada.

—Las flores no son para ella, ¡idiota!

Eso la confundió todavía más.

—Entonces... ¿Para quién...?

El hombre se acercó, posando el ramo en su pecho. Colocándose el sombrero de nuevo, y manteniendo un contacto visual intenso, susurró profundamente:

—Son para ti.

Se alejó un poco, dejando a la sorprendida muchacha petrificada, y antes de entrar al interior del barco, dijo:

—Piénsalo, niña.

Le dio la espalda, agarrando el pomo de la puerta. Pero se quedó pensativo, y unos instantes antes de abrir la puerta y salir, rectificó:

—Mujer.

《TRIQUIÑUELAS》Kenny Ackerman (One-Shot) VulpexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora