《EPÍLOGO》

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Llevando una mano a su confiable mochila, rebuscó las llaves del piso. No las encontraba, e impaciente, terminó por darse cuenta de que se las había dejado en el bar. No le quedó otra que llamar por el telefonillo, obteniendo como respuesta una voz ronca.

—¿Quién es...?

—Tu peor pesadilla.

—No suenas convincente, pero razón no te falta.

—¡Ábreme la maldita puerta, Kenny!

Eran las diez de la mañana de un sábado. Había madrugado para recoger unas cosas antes de que el hombre despertarse.

Cogió el ascensor con un paquete de cruasáns y bollos de leche recién hechos debajo del brazo, y una guitarra a la espalda, envuelta en papel de regalo.

Se limpió los pies en el felpudo, que rezaba la amigable frase "lárgate a tu puta casa". La ironía le arrancó una sonrisa, mientras llamaba a la puerta con sus duros nudillos.

Un Kenny adormilado, y todavía en pijama, le abrió la puerta.

—¿A dónde fuiste tan tempran-...?

La frase fue interrumpida por un bostezo.
Al recomponerse, el hombre se quedó mirando, sin entender lo que ocurría, hacia la muchacha, que sonreía picaramente.

Ella saltó hacia sus fornidos brazos.

—¡Feliz cumpleaños, Kenny!

《TRIQUIÑUELAS》Kenny Ackerman (One-Shot) VulpexDonde viven las historias. Descúbrelo ahora