» ii.

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Con el paso de los días, Yoongi se llego a sentir bastante consternado y agobiado desde aquel repentino encuentro con el desconocido rubio. Al primer instante le recorrió una ráfaga de inspiración, poco peculiar para el dibujante.

Recostado en su cálida cama, pensaba, como de costumbre en inimaginables historias. Le gustaba encapsularse en su imaginación, escaparse de la realidad era lo que más anhelaba. Pero, ahora le resultaba bastante difícil, tener bloqueos era la muerte para él.

—Yoongi, ¿puedes bajar? —escuchaba a lo lejos, las amables palabras de su abuela.— Es importante, mi niño.

 Recorría el gran pasillo que traspasaba de su cuarto, hacía un pequeño jardín escondido donde se encontraba su abuela. Cerraba los ojos, mientras tarareaba las melodías que diariamente inundaban la casa de los Min.

—¿Deseas algo? —sonreía mientras acariciaba a su vieja mascota.

—Te daré una lista para que vayas por algunas cosas. —respondió, amable y cálidamente como siempre— se que te gustarán.   

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Mientras caminaba sobre el gran sendero que daba hacía la parte céntrica del pueblo, recordó cuando llegó por primera vez.

En aquel tiempo, Yoongi, escuchaba con frecuencia, bastantes cosas que decían sobre él. Lo que más le hacía gracia el más sonado; que se parecía a un viejo gruñón y amargado. Y quizá, había alguna verdad en ello. Pero, pocos, sabían sobre la calidez que emanaba su ser. Con el corazón más noble, amable y dulce, que cualquier mortal desearía poseer.

Y como si fuese el primer día, siempre veía todo con asombro y maravilla. La naturaleza tenía un gran efecto en él, y fue así como en cosas de segundos tomó su mejor decisión, dejar la ciudad para permanecer en el pueblo natal de su abuela, que enamoró y cautivó su gran corazón.

Mientras dejaba aquellos pensamientos de nostalgia, leía determinadamente la lista en sus manos.

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Morte e altro

Unas cuantas valerianas, 

y ginsegs.

Y montones de salvias.

Amare.

La luz que no puedes ver,

de Doerr Anthony.

Dubbio.

¡Tus nuevas pinturas,

mi pequeño ángel!

Inizio.

Partituras de 

Ballade No. 1 in G Minor, Op 23

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 Les agradaba a montones, la forma en la que escribía, en la que pedía, pensaba y guardaba secretos su abuela. Y sin más, se encaminaba a los cuatro destinos que le había señalado. 

・゚✧heaven; taegi ✧゚・Where stories live. Discover now