🌹𝐜𝐡𝐚𝐩𝐭𝐞𝐫 𝟑: 𝐬𝐨𝐦𝐞 𝐡𝐞𝐚𝐫𝐭𝐬

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Jughead, no, no puedes terminar conmigo cada vez que las cosas empiezan a ir mal para ti. —Betty recordó haber llorado.

Betty, ¿no lo puedes ver? No perteneces a este mundo lleno de Serpientes y matones. Estoy tratando de protegerte.

Oh, por favor, esto es qué, ¿la cuarta vez que estás rompiendo conmigo por mi 'protección'? —Betty había dicho llorando. — ¡¿Has considerado que yo quiero estar contigo porque quiero protegerte?!

¡Si quieres protegerme, entonces aléjate de mí!

¡Oh, maldita sea, Jughead Jones! Uno de estos días obtendrás lo que quieres y me alejarás una última vez y te diré que esa sí será en definitiva la última vez.

Eso sería lo mejor, quiero decir, ¿por qué retrasar lo inevitable? Mírate, Betty Cooper. Las chicas como tú no terminan con tipos como yo. Terminas con tipos como Trevor Brown o Reggie Mantle o...

¿O quién, Jughead? ¿Archie Andrews?
*

— Estúpido. —Betty gimió incoherentemente mientras Jughead rozaba sus dientes contra la sensible columna de su cuello. Él la atrapó efectivamente entre su cuerpo y la cama, con una mano envolvió no muy suavemente alrededor de sus muñecas y sujetó sus brazos firmemente sobre su cabeza. Su otra mano se arrastró a lo largo de su espalda, deteniéndose para apretar su trasero con fuerza.

— Jughead. —Betty suspiró. Tanto le enfurecía como le despertaba que todavía estaba completamente vestido mientras ella se retorcía desnuda debajo de él. — Oh Jug. —medio gritó, sin saber que estaba rogando.

Jughead gruñó, la boca se enganchó en su cuello y chupó un hematoma en su piel. Betty se mordió el labio y sus ojos se abrieron, en parte por sorpresa. En sus encuentros anteriores, Jughead había tenido cuidado de no dejar marcas. Ahora podía sentir su lengua lamiendo posesivamente el chupón muy visible en su cuello.

— ¿Es este mi castigo? —respiró burlonamente.

Jughead miró hacia arriba, sus ojos brillaron y sus labios amenazaron con curvarse en una sonrisa traviesa.

Él no le respondió. Sacó su brazo de debajo de ella, y extendió la mano hacia la mesa lateral cerca de la cama. Oyó el sonido de un cajón deslizándose y luego el sonido de algo metálico.

Él soltó su firme agarre sobre sus muñecas y ella jadeó cuando sintió que el frío metal reemplazaba su toque. Ella oyó el clic de un pestillo antes de que finalmente se diera cuenta de lo que acababa de hacer. Pero eso no era suficiente para ahora, ya que quitó su cinturón y lo apretó al rededor de ambas muñecas.

— ¿Duele? —él preguntó amarrando con más fuerza sus muñecas.

— Sí. —chilló Betty esperando que él las aflojará pero hizo justamente lo contrario y las apretó aún más. — Imbécil.

— Gracias por el cumplido, lindura. —sonrió con descaro y le dio un apretón más.

— ¿Estás bromeando? —preguntó mientras miraba con incredulidad a sus manos ahora atadas. Las esposas eran simples y sólidas, algo que un policía llevaría. Betty no quería saber cómo las había conseguido Jughead. — Estás a un paso del cliché mafioso, ¿no?

Jughead le estaba sonriendo sin vergüenza.

— Me gusta ir con métodos probados y comprobados.

Betty resopló ante eso, poniendo los ojos en blanco.

𝗛𝗘𝗔𝗩𝗘𝗡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora