Capítulo 1

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Un par de gotas de aire se abren paso por la ventana entre abierta de la habitación. Aún así el ambiente no cesa, sigue tan acalorado y pesado como en el momento en que comenzó todo o aún peor.

Las ansias se huelen con tan solo ver más allá de la cerradura, la cual está tan pulcra como todo lo de su interior que aterra en perfección tanto como ella.

Ambos se miran  y él sabe lo que está por suceder.

Más allá de todas las advertencias no lo pudo soportar, cayó en sus encantos como sus víctimas anteriores.

Ella era como una reencarnación de Afrodita, cada una de sus curvas eran perfectas.

Desde el extremo del salón lo miró sin preocupación, tan relajada como si el mundo no existiera. Su larga melena castaña caía sin atisbos de vergüenza por sus bien formados pechos. Sus piernas eran largas y tenían un brillo especial a la luz del sol como sus ojos, que eran de un color azulado tan embelesantes como ninguno.

Poseía todo lo necesario para encantar a cualquier ojo humano. Todo en ella rebalsaba atracción, deseo, lujuria y adicción.

¿Cómo resistirse?

Era su perdición desde el primer día en que la vio y como era de esperarse rodó ciego ante ella.

Ahora sabía que lo que estaba por suceder lo llevaría al peor infierno del  mundo, pero ya no importaba. Sólo quería un rato más con ese ser tan diabólicamente encantador, quería comprobar que era tan real como sus pulsaciones al sentirla cerca de sí.

Dos miradas más bastaron para comenzar a acortar distancias. Sus tacones rojos dejaron de resonar en la madera a medida que los fue dejando en el camino.

Ella también disfrutaba esta cercanía cada vez más asfixiante. Lo deseaba como él a ella, pero con un ingrediente diferente.

No podía controlar sus pasos, cada vez estaban más cerca y ya sentía la sangre de el correr por cada una de sus terminaciones.

Lo notaba, era más que evidente... Ambos se deseaban con las mismas ansias, pero ¿Qué pasaría después? ¿Nuevamente tendría que sufrir por culpa de sus demonios? A ella ya no le importó, ni a el.

Hace meses que se resistían a cualquier contacto físico que los llevara ante dónde están ahora, pero era imposible, lo sabían. Todo el mundo estaba enterado de lo que ella podía provocar sin embargo nunca bastaba para alejarlos. Todos los que la conocían en el pueblo de Nerolf terminaban siendo atraídos como imanes a un abismo enorme y a partir de ahí ya no tenían escapatoria.

Ethan no aguantó más tanto suspenso y se abalanzó directamente sobre esos labios carnosos y dulces que la caracterizaban.

La extrañaba como nunca.

-Lo siento.- Le dijo ella en un casi inaudible gemido.

Y a partir de ahí todo comenzó, o mejor dicho comenzó a terminar para él.

La desesperación los consumió. Poco a poco se fueron liberando de cada una de las prendas que les quedaban y sus cuerpos hirvieron con cada contacto.

Ethan comenzó una caricia de besos sobre su cuello hasta llegar al abdomen, pero antes de seguir descendiendo la observó desde su posición.

'Maldición. Es perfecta.' Pensó 

Y ahora con menos dudas siguió lo que había empezado. Ya no había marcha atrás.

Agarró sus caderas con seguridad y dejó un camino húmedo hasta el comienzo de su pelvis. La torturaba y a ella le gustaba, lo sabía por la forma en que su espalda se curvaba hacia arriba dejando camino libre a lo que seguía.

Quería retrasar todo lo posible el final y disfrutar cada parte de su cuerpo pero cada vez se le hacía más complicado.

Ella, tan desesperada como su cuerpo reflejaba, empujó con cuidado la cabeza de el hacía la parte de su cuerpo que más urgía por tenerlo cerca.

Esta vez su espalda se curvo acompañada de un sonoro gemido al sentir su lengua acariciando su clítoris.

En habitación solo se escuchaban sus respiraciones exitadas que cada vez eran más pesadas, sus manos no se pudieron quedar quietas y al compás de su lengua fueron masajeando con fuerza esos tan firmes glúteos que ella tenía.

Al sentir la proximidad de un primer orgasmo no se controló y dió un suave mordisco sobre la zona ya húmeda.

-Oh por Dios- casi gritó ella.

 Había llegado al climax como nunca antes. Aquello recién comenzaba. Ahora ella necesitaba el control.

Se colocó a horcajadas sobre él y posicionó sobre el respaldo de la cama su espalda, quedando así sentada sobre su duro miembro.

Sus bocas se reencontraron otra vez y sus lenguas se fundieron en una batalla interminable. Sus caderas se movían siguiendo el mismo ritmo frotándose una y otra vez logrando que ambos quedasen mojados por la excitación que ella emanaba. 

Se miraron a los ojos luego de varios suspiros, era el momento, lo sabían. El tomo su miembro y ella con un ágil movimiento lo ubicó en el lugar correcto.

-¿Seguro que quieres esto?- le preguntó antes de unir sus cuerpos.

-Si- Susurró él sobre sus labios- Nunca estuve más seguro. Recibiendo como respuesta un asentimiento por parte de ella.

Lentamente comenzó a bajar y toda su dureza se concentró en esa zona tan húmeda que ansiaba atención desde el primer rose, desde la primer mirada.

Movimientos suaves y lentos caracterizaron los primeros minutos logrando que ella alcanzara tan solo así un placer que nadie logró hacerle sentir nunca, pero a medida que pasó el tiempo la desesperación volvió a hacerse paso entre ellos, y con rápidas estocadas casi alcanzan juntos el final. No dejaron que suceda, no aún, no estaban preparados.

El salió de ella para poder ponerse encima, necesitaba una última vez en sus brazos, y estar por fin rodeado por todo su ardiente cuerpo.

Necesitaba de esta primer y última vez junto a ella.

Un leve dolor lo tomó por sorpresa, le había mordido el labio. La miro entre excitado y sorprendido, esta mujer lo traía totalmente loco.

Se apoderó de sus labios aceptando gustoso la invitación y acariciando su traviesa boca que segundos antes lo estaba mordiendo. Nuevamente la embistió llevando en ese acto una gran satisfacción al sentir otra vez ese calor húmedo sobre su miembro.

Varios minutos después las paredes vaginales de ella comenzaron a contraerse cada vez más seguido. Esta vez le iba a ser difícil controlar su cuerpo y no dejarse ir junto a ella.

Como era de esperarse un nuevo orgasmo se apoderó del cuerpo que rodeaba sus caderas provocándole con tan solo un par de embestidas más unas intensas ganas de venirse.

Ella al darse cuenta no lo dejó parar, estaba tan sumida en el placer que se olvidó de lo que estaba ocasionando.

Ethan estaba al límite del clímax, estaba por caer en el abismo pero ya era tarde para frenarlo. Con ella era imposible poner un límite, provocando que la muerte nuevamente esperara a la vuelta de la esquina, así como espero a cada uno que pasó por esa misma pasión.

Nuevamente se cumpliría el ciclo, ambos lo sabían y ahora ya era tarde, como siempre.

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⏰ Última actualización: Sep 26, 2018 ⏰

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