Amo Mi Locura.

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<Prólogo>

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El flash lo cegó unos segundos, al parecer alguien se mofaría por la mañana de lo ridículo que vestía, aunque le importaba poco, se divertía sanamente con frutas artificiales en su cabeza y sacudiendo su cuerpo al ritmo de la canción que se escuchaba por la bocina colocada por un hombre.

Le gustaba hacer reír a sus amigos, y esa vez no era la excepción, Alya reía junto a Nino, Marinette había dejado de sollozar observando a su amigo bailar, conteniendo una carcajada, sintiéndose alagada al ser la causante de tal espectáculo.

Ya comenzaba a caer la noche, ahora entendía porque un año atrás su padre lo apresaba, sin embargo para ese momento no le importaba, era feliz haciendo cualquier tontería que le fuera posible.

—¿No van a bailar conmigo? —cuestionó con un puchero, Alya negó mientras golpeaba sus risillas perdiendo aire, sin duda había comenzado a tener un ataque —Nino, cariño, controla a tu novia, no queremos que llamen a ambulancias —ante su comentario la futura periodista se sentó en el suelo sin poder dejar de reír.

–la rompiste —acuso el moreno con una pequeña sonrisa —hermano, creo que ya es suficiente.

—pensé que esta ropa solo la tenían en las películas —susurró Marinette recogiendo las prendas del suelo, Adrien negó.

—padre diseñador —hablaron al unísono, Alya siguió riendo, pronto temieron que comenzará a perder color.

—Alya, si respiras te daré una de estas —agitó su maraca divertido —gratis, piénsalo bebé —le guiño un ojo, la morena no podía con sus carcajadas.

—me duele el estomago —tartamudeo entre risas.

—¿Quieres agua? —pregunto con ternura la azabache, su mejor amiga asintió sin fuerzas.

—¡Yo voy por ella! —exclamó el Agreste, ignorando los comentarios de sus amigos se encaminó hasta la tienda de autoservicios ubicada a unos cuantos metros de donde estaba, al adentrarse en el lugar los presentes dirigieron sus miradas curiosas al recién llegado, ese traje rojo relucía aún más con las luces artificiales, después de unos segundos escaneando al menor, este decidió ir por la botella de agua para su amiga.

Escaneo las múltiples botellas de distintos tamaños, dudando momentáneamente en cual tomaba la novia se su mejor amigo.

—¿Por qué existen tantas botellas de aguas? —susurró para si mismo.

—consumismo —respondió una voz femenina, observó como a su lado una chica que sin duda era más pequeña que su amiga Marinette, sus cabellos negros eran recogidos por pasadores coloridos, revisaba un par de bebidas energéticas.

—pero es lo mismo —reflexionó.

—agua —hablaron al unísono.

—aunque no lo estas viendo por el ojo del rico —abrió la puerta de cristal obligándolo a retroceder —esta es agua de manantial —le mostró la leyenda debajo del nombre de la compañía —y está es agua purificada —le mostró una diferente, comparándolas.

—en pocas palabras, esta tiene haces de peces, y está tiene residuos de alguna máquina.

—creo que no han de tener beneficios —soltó una risillas, apreciando por fin el vestuario de su contrario —me gusta la fruta en tu cabeza —colocó una mano en su barbilla examinando al joven —¿Bailas Samba? —cuestionó sorprendido al joven.

—¿Es una invitación a bailar? —interpelo con una ligera emoción.

—Sí —eso no lo esperaba.

Aunque ridículamente ella tampoco esperaba pensar en voz alta.

Adrien sonrió tomando su mano junto a la botella de agua, pagando rápidamente su bebida al igual que la de esa joven que apostaría era asiática.

Apresurado la obligó a abandonar el local, juntos se dirigieron al lugar donde el había estado bailando, sus amigos lo apreciaron algo cohibidos, sin dejarles hacer preguntas Adrien dejo la botella en el suelo dirigiéndose al centro, llamando así la atención de varios parisinos.

Tomó sus manos moviéndose al compás de ella, sin ninguna palabra de por medio.

Solo miradas cómplices.

Tal vez eso era parte de su destino.

Y él podía confirmarlo porque la sonrisa de esa desconocida lo llenaba por completo.

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⏰ Última actualización: Sep 23, 2018 ⏰

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