Después de tomar el vuelo privado directo a lo que será mi nueva vida en Estados Unidos, por fin, ya estoy aquí.
Debo admitir que no me entusiasma mucho la idea, jamás imaginé una vida fuera de Rusia pero, con todo lo sucedido con Olivia, esta oportunidad que me ha dado mi padre de hacerme cargo del bufete me ha caído como anillo al dedo, es mi oportunidad de alejarme de este divorcio de mierda.
Cuento con que los americanos me demuestren que mi bufete puede llegar a ser igual o mejor que el bufete que maneja mi hermano en Rusia, no quiero perdedores, quiero abogados dedicados y que mantengan la justicia por encima de cualquier soborno.
Con lo único que no contaba era con encontrarme a una mujer de ojos grises capaz de llevarme la contraria, con refranes que solo ella es capaz de entender y con un cuerpo descomunal. Y no, no es noventa, sesenta, noventa, ni siquiera llega a medir uno sesenta y cinco, pero su naturaleza y manera de ver las cosas me enloquecen.
Ella cree que su carácter es mejor que el mío, ella cree que puede llevarme la contraria y hacer lo que quiera con mis reglas pero no lo pienso permitir.
Como dije antes, la palabra sentimientos queda excluida de mi vocabulario y con la señorita Andrea O'Connor no será diferente. Ella deberá entender que las cosas siempre se deben hacer como dice el jefe y ese, soy yo, David Novikov.
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David Novikov, El Jefe
RomanceConmigo solo deben recordar tres simples reglas: Ser puntual. Nunca interrumpirme. No hacer preguntas personales. Admito que puedo llegar a ser un controlador impulsivo. Eso de los sentimientos ya no entra en mi vocabulario, te distrae, te compromet...