Capítulo 2

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Paso a mi oficina y me quito la chaqueta, esperando paciente a que Andrea venga con el café. Bufo. Recuerdo las palabras de Mauricio ayer, ¿será ese su novio? ¿tendrá ella un puto novio?
Dos segundos después tocan la puerta, sé que es ella.

-Adelante, señorita Andrea -la observo y aprieto mis labios, ella no puede tener novio, necesito salir de esta duda. Ahora.

Cierra la puerta mientras que yo la sigo observando al lado de mi escritorio.

-Su café -dice a la vez que se acerca y lo deja en la madera oscura. Retrocede y me observa, esperando a que le diga algo más-. ¿Qué tiene para decirme, señor Novikov?

Sonrío, pero solo un poco, me encanta escuchar mi apellido de sus labios, no lo pronuncia perfecto, pero me encanta.

-Quiero que sea la última vez que das esas muestras de afecto con un hombre en la entrada de mi bufete -digo firme, serio, sin dar tanta vueltas-. No tolero esos comportamientos afectivos.

Se cruza de brazos ante mis palabras y me mira seria, muy seria.

-No estaba adentro del bufete así que no veo el problema. No puede molestarse por ello.

Guardo las manos en mis bolsillos, manteniendo mi compostura ante su jodida, chocante y asertiva respuesta.

-¿Me esta dando una orden de lo que puedo y no puedo hacer? -digo arrugando un poco mi ceño y sintiendo mi voz un poco ronca.

-No. Solo le digo que...

-Exacto -la interrumpo y me alejo del escritorio, dando dos pasos al frente-, usted no tiene porqué decirme nada. Aquí el jefe soy yo y se hace lo que yo digo...

-Exacto -sigue ella, interrumpiendome por... Ya perdí la cuenta-, aquí en este bufete se hace lo que usted diga. Afuera no puede mandarme.

Suspiro, ella no es nada fácil de controlar ni de intimidar. Aprieto mi mandíbula, me doy cuenta que hago mucho este gesto cuando estoy cerca de ella.

-Me parece que ayer no le quedó claro mi primera regla -doy otro paso pero ella se mantiene inmóvil, cosa que todavía me sorprende, no se intimida fácil o al menos lo disimula muy bien-. No me interrumpa cuando hablo -se limita a observarme sin decir nada, suspiro, mientras más cerca la tengo su perfume me descompone-. Por poco no llega a la hora indicada y todo por estarse besuqueando con ese motorizado.

-Si no hubiera sido por él no habría llegado a tiempo, le estaba agradeciendo...

-Para la próxima le agradece en otro sitio ¿estamos? -digo todavía cerca de ella y asiente de mala gana.

-¿Ya puedo irme?

-No -Aprieta sus labios y de inmediato me concentro en ello, reprimo una sonrisa-. ¿Era tu novio?

Ella parece un poco agotada por mi interrogatorio y yo trato de no sonreír pero no me interesa, necesito saber si hay un imbécil de por medio.

-No voy a responder...

-¿Tan difícil es decir no? -insisto de manera esperanzadora, tiene que ser no.

-¿Y si es sí?

Suspiro y me acerco otro paso a ella, le encanta retarme.

-Solo responda. -Insisto.

-No le interesa.

-Me interesa -replico.

-¿Por qué?

-Porque quiero saber si estas disponible para mí -Suelto sin más.

¡Dios! ¿Es tan difícil conseguir una simple respuesta concreta de esta mujer?

David Novikov, El JefeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora